El director general de Atención a Municipios de la Secretaría de Gobierno, Manuel Juárez Policarpo, confirma la falta de espacio en los panteones de Cuernavaca, Temixco y Jojutla. Comentó que en los recorridos que ha hecho por algunos municipios la gente se queja de que faltan espacios públicos destinados a cementerios… En ciertas regiones del cristianismo ortodoxo entierran a los difuntos puestos de pie. Parados, pues. Creen que ello simboliza la resurrección y la ascensión al cielo, que esta posición facilita la preparación para el juicio final y la vida después de la muerte. Pero, dicho sea esto con el debido respeto a las tradiciones y las costumbres de cada pueblo del mundo y de México: en los panteones caben más difuntos parados que acostados… Esta nota con datos del Inegi ejemplifica el tema. En las delegaciones Iztacalco, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza de la Ciudad de México hace años que los cementerios son reportados “completamente llenos”. Los cuerpos en las tumbas sin derecho a la perpetuidad son exhumados y enterrados en la fosa común. Así sucede normalmente y, al igual que en los panteones de todo el país, en el camposanto de la Leona –el más antiguo o uno de los más viejos de Morelos–, cumplido cierto tiempo los restos sin el pago de la perpertuidad son mudados a la fosa colectiva. Pero si en efecto la saturación de nuestros cementeros no es como para que los difuntos sean sepultados de pie, tampoco es el caso del cementerio Parque de la Paz de Cuernavaca, uno de los más viejos de la capital morelense, pues data de principios de siglo XX, cuyo suelo hace tiempo advierte problemas de inestabilidad. En noviembre de 2024, el Ayuntamiento anunció una reunión con la gobernadora Margarita González Saravia para presentarle un proyecto de mitigación y remediación en el área de Los Pilares del panteón Jardines de la Paz. Tres años atrás, un derrumbe provocó una caída de rocas que destruyó dos casas y causó la muerte de tres mujeres. Inaugurado en 1885, el Panteón de la Leona en Cuernavaca es de los más famosos y longevos de Morelos…
Los cementerios siempre han despertado la curiosidad popular. Viene a cuento esta experiencia personal: Hacía años que el panteón estaba en desuso, ruinoso, abandonado. Sin embargo, a los niños de entre diez y doce años del barrio cercano al Parque Independencia no nos daba miedo correr entre el laberinto de tumbas y divertirnos buscando la cueva que se decía existía en la colina de junto, pero que nunca pudimos hallar. Hablo del Zacatecas de fines de los cincuenta, y del Panteón de Chepinque o Chipinque, como se llama el escenario del relato Las incursiones eran por las tardes, íbamos cuatro, seis y hasta ocho escuincles, dependiendo de a cuántos nos daban permiso o quiénes lográbamos escapar de la vigilancia paterna. Nos introducíamos en las tumbas que estaban a ras del piso, gateando entre el polvo y pedazos de cantera, inalcanzables para nuestras estaturas enanas los orificios rectangulares de las tapas de las criptas de arriba. En Zacatecas el viento sopla casi todo el año, y muy fuerte en las tardes de noviembre cuando suena lastimero. Hasta hoy me sigo preguntando: ¿qué hizo el gobierno con tantos esqueletos, cientos si no que miles? Incinerarlos no, ya que no había horno crematorio. ¿Fueron enterrados en una gran fosa común? Quién sabe… (Me leen mañana).
