Se trata de sendos edificios que son estimados por generaciones de cuernavacenses en proceso de extinción, emblemáticos y hace años tristemente olvidados. Ambos fueron hospederías importantes, el hotel Palacio, a tiro de piedra del Palacio de Gobierno, y el Moctezuma (o Peñalba), éste último, esperando que algún gobernante concrete la vieja idea de convertirlo en Museo de la Revolución Zapatista. ¿Por qué? Porque ahí se alojaba el líder revolucionario cuando estaba en Cuernavaca, y ahí mismo era su cuartel en la capital morelense donde se tomó la foto que el tiempo volvió icónica. El otro inmueble está igualmente confundido entre la anarquía del centro de la ciudad, habilitados los que fueron patio y pasillos como un conjunto desordenado de locales comerciales. Inaugurados pocos años atrás los trabajos de la remodelación de la calle Guerrero, en esta que es la arteria del comercio tradicional de Cuernavaca nada sucedió en materia de reordenamiento urbano, así que el problema del comercio informal no sólo subsiste, crece. La solución significa dinero que, si no lo tienen el Gobierno del Estado ni el Ayuntamiento, solamente con recursos federales habría plata para la construcción de una gran plaza y meter ahí al ambulantaje. El problema viene desde mediados de los ochenta. “Los fayuqueros”, les decían; vendían chácharas de manufactura nacional y artículos de contrabando, trabajaban en Guerrero y Tepetates, pero se volvieron tantos que debieron sacarlos de la calle y meterlos en el Pasaje Degollado al que, construido durante el cargo de alcalde de Juan Salgado Brito, los cuernavacences bautizaron como “Mercado de la Fayuca”. Sin embargo, el monstruo del desempleo siguió vomitando mercaderes, así que a fines de los noventa el primer presidente municipal emanado del PAN, Sergio Estrada Cajigal, edificó el Pasaje Lido para meter a los ambulantes que se habían apoderado de una parte del centro histórico… Declarado 2019 como “Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata” por el presidente Andrés Manuel López Obrador, para efectos, digamos de reconocimiento a la memoria del nativo de Anenecuilco, el artículo segundo ordenó que  “durante el año 2019 en toda la documentación oficial de la Federación se inscribiera la leyenda: “2019, Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata”. Pero, si más allá de esto y los discursos nada ha pasado, el Gobierno del Estado, el Ayuntamiento de Cuernavaca, alguno de los diputados federales o los senadores –a estos los morelenses los ven demasiado flojos, holgazanes, huevones, inactivos en la gestión de recursos federales para obras pública y programas sociales– pueden elaborar proyectos formales y conseguir en el gobierno de la Cuarta Transformación los rescates de los dos ex hoteles para convertirlos en lugares de culto histórico. Si en otras ciudades pueden, ¿por qué no aquí? O si más de poder estamos ante un tema de querer a Cuernavaca, ¿qué tal y lo hace el alcalde Antonio Villalobos? Caso, por otro lado, de la Casa de Gobierno en la colonia Reforma, donde habitaron nueve gobernadores: Armando León Bejarano, Lauro Ortega Martínez, Antonio Riva Palacio, los Jorges Carrillo Olea, Morales Barud y García Rubí, Sergio Estrada Cajigal, Marco Antonio Adame Castillo y Graco Ramírez Garrido Abreu. En la actualidad se encuentra deshabitada, pues el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo vive en el fraccionamiento Tabachines, y si cada quien tiene el derecho de vivir donde quiere o puede, ¿por qué no convertirla en, por ejemplo, museo de la caña de azúcar o casa del deporte morelense? Se puede. En Zacatecas la residencia que fue de varios gobernadores alberga hoy día al Museo Francisco Goitia. Se encuentra en una regia mansión que fue inaugurada en 1948. Treinta años más tarde, en 1978 el gobierno local convino con el Instituto Nacional de Bellas Artes que fungiera como museo y se exhibiera en ella, de manera permanente, una espléndida selección de obras de los más prestigiados artistas plásticos originarios de Zacatecas, los cuales representan en su conjunto un siglo de producción de arte contemporáneo. En este museo se pueden admirar más de 170 obras plásticas de los grandes maestros zacatecanos de prestigio internacional como Julio Ruelas, Francisco Goitia, José Kuri Breña, Pedro Coronel, Manuel Felguérez y Rafael Coronel, entre otros, quienes ocupan un lugar relevante en la plástica mexicana… Por ideas algunos no paramos. Está también la Casa de la Chica, así llamada por referencia al nombre de su desaparecido propietario, Federico T. de la Chica. Amplia y aparentemente en buenas condiciones estructurales lo que fue la casa-habitación y grande su jardín poblado de árboles enormes, está que ni mandado hacer para uno de los parques públicos que necesitan las familias de Cuernavaca… (Me leen mañana).

José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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