Cuernavaca, Jiutepec, Emiliano Zapata, Temixco, Xochitepec y Yautepec padecen problemas iguales o parecidos. Lo saben los actuales presidentes municipales y los aspirantes a serlo en el 2027.
Los problemas de vialidad, contaminación, inseguridad y desempleo comenzaron a acentuarse siete lustros atrás, como efecto de la migración de familias capitalinas huyendo del sismo del 19 de septiembre de 1985 que sacudió el centro del país y causó grandísimas pérdidas humanas y materiales. Las dificultades crecieron de tal manera que acabaron por afectar la calidad de vida de más de un millón de habitantes de los municipios conurbados del valle de Cuernavaca.
Juntos, la capital, Jiutepec, Emiliano Zapata, Temixco y Xochitepec generan montañas de basura, envenenan la tierra y el aire. Uno al oriente y otro al sur, Yautepec y Xochitepec acabaron literalmente pegados en una plancha de acero y concreto cuyas dimensiones solo son apreciables sobrevolándola, ya no admirando por las noches la alfombra de luces deslumbrantes desde el mirador de la autopista México-Cuernavaca, como la seguridad permitía hacerlo hasta fines de los setenta. Donde hasta los setenta hubo campos de arroz, caña, maíz y flores “sembraron” casas, calles, edificios, banquetas, puentes y carreteras. El rojo de los tabiques y el negro del asfalto sustituyeron al verde de los árboles y al azul de los ríos. Ruteros y taxistas acabaron apoderados de pueblos y ciudades, de carreteras, brechas y caminos vecinales. Los vehículos del transporte público son legales porque sus dueños tienen concesiones, pero ilegales los taxistas “piratas” que son tolerados por funcionarios amafiados con “líderes” de agrupaciones de transportistas. Perdido el clima envidiable de Cuernavaca, miles de motores de combustión interna ponen su parte al calentamiento global. Por eso los calores que no se sentían antes, y los nudos de los conflictos viales que disparan las temperaturas. En números redondos, la población de Cuernavaca, Jiutepec, Temixco, Emiliano Zapata y Xochitepec es de cientos de miles de personas, y un poco menos la de Jojutla, Zacatepec, Tlaquiltenango, Cuautla y Ciudad Ayala. Con variantes que son propias de cada centro de población, ya que en unos los problemas son parecidos y en otros desiguales, las soluciones serían aplicadas de manera coordinada, no aislada. ¿Pero cómo? Creando tres consejos de municipios conurbados, dirigidos cada uno por los alcaldes de Cuernavaca, Cuautla, Jiutepec y Jojutla. Sería la primera vez que ello ocurriera. A propósito de la importancia del fortalecimiento del desarrollo territorial, urbano y ecológico de los conurbados de las zonas central y el oriente, recientemente hubo una reunión de alcaldes. Destacaron que el gobierno, los ciudadanos y los empresarios deben tener certeza jurídica en inversiones, en la apertura de negocios, de empresas, construcciones y en otras actividades. Pero no pasaron de la verborrea. El lenguaje rebuscado del tecnócrata invitado al evento evitó el ejemplo, liso y llano, de que hace muchos años el crecimiento de Cuernavaca no da más que para las lomas del poniente, ya no para el sur, el norte y el este, pegada la mancha poblacional a Santa Catarina, en territorio tepozteco, a Temixco, Jiutepec y Zapata, y extendida el área de población hasta Yautepec y Xochitepec, rosando Puente de Ixtla y torciendo a Zacatepec y Jojutla en la zona cañera… (Me leen mañana).
