Mucho oímos hablar de la Cuarta Transformación. Y como eslogan es bueno, ¿pero qué necesitan México y Morelos para lograrla? La regeneración de una nación o estado es algo complicado, según lo platicado con mis colegas, los ex presidentes de los institutos electorales con los que me tocó iniciar esa maravillosa aventura de lograr elecciones limpias y creíbles que pasaron a la historia.

Para lograr trasformar un pueblo se necesita de la política, pero de la verdadera política; dirían los gringos la Real Politics, no la politiquería en la que nos han hundido muchos de los funcionarios que se sienten políticos pero no entienden lo que eso es.

Todo político que tiene por misión la regeneración de una nación, de un estado o un municipio de su pueblo, a través del mandato que le otorgó el pueblo de un régimen político, debe contar con cualidades especiales y pertinentes para ese momento histórico.

La impasibilidad de Juárez ante los franceses fue vital para el triunfo; la serenidad y astucia de Porfirio Díaz para lograr la paz y la formación del Estado Mexicano fue fundamental; la serenidad de Lázaro Cárdenas para formar el nuevo régimen de la Revolución fue básica, lo llamaban la “Esfinge de Jiquilpan”. La inteligencia de Carlos Salinas para insertar a México en el mercado mundial fue importante para la modernización nacional.

Pero eso fue antes; después de la gran caída del régimen político por la corrupción de los gobiernos neoliberales es claro y evidente que se necesita del gobernante con cualidades esenciales: honesto, honrado a carta cabal, un gobernante que ame la verdad, que posea inteligencia y una mente clara, así como una gran sensibilidad para entender, y ser magnánimo con el pueblo, lejos de la ostentosidad, no dado a la vanagloria tan común en nuestro régimen lleno de lambiscones, que esté muy lejos de la codicia, tenga control absoluto de sus pasiones, así como posea un equilibrio entre la ética de la responsabilidad, pero la ética de la convicción, que tenga constancia en el quehacer público, ya que sin experiencia no funciona, ser moderado y evitar los extremos, que sea amante de la ley y la justicia por convicción.

Sin lugar a dudas, que sepa contener sus pasiones, debe moderarse, ser muy constante, prudente y justiciero y, algo fundamental, ser eficiente en su gestión de los asuntos públicos. Debe de saber escuchar y a quiénes escuchar, evitar los excesos hasta en los lambiscones, entender que es un ser humano y se equivoca, ser parco, sencillo y austero en su vida privada, además ejemplo de rectitud y de moralidad. Debe adoptar cierta posición mística y religiosa por el objetivo de regeneración nacional, debe manifestarse como apóstol de la palabra, siempre con verdad, debe ser producto de lucha social y no producto de escalones burocráticos, por no decir de la lambisconería o el compadrazgo. Debe ser político por los cuatro costados.

Debe ser un conocedor y tener un gran sentido de la historia, saber de su tiempo y su lugar en el momento. La lucha por la regeneración nacional es una tarea titánica que requiere una especie de apostolado, de contar de una serie de principios políticos que necesitan el manto de la moralidad -incluso de cierta religiosidad- para alcanzar la misión, esto tiene que estar presente en el regenerador, que tiene una sola misión: servir a su terruño.

Desde luego, no puede ser un mesías, pues no anuncia “la buena nueva”, sino que es un constructor para el beneficio del pueblo, el gran Huematzin del pueblo Tolteca, el Netzahualcóyotl de su gente, el Quetzalcóatl de su redención. Que busque colaboradores participativos con criterio propio, ciudadanos participativos, no únicamente seguidores. Que actué más por gobernanza como organización del Estado para cumplir con la misión de proteger al pueblo; para él deberá ser gobernar como principio con eficacia.

Entender al Estado como organización política del pueblo, no como una agencia de colocaciones y menos como un negocio propio. Él representa a los ciudadanos, es el pueblo reunido, no es un aparato de dominación, sino de servicio para todos. Debe estar muy alejado de la concepción del Estado como ejercicio monopólico de la violencia legítima. Su misión es lograr la justicia, con base en la legalidad y entendida como moderación, no concibe la existencia de unos pocos ricos tan ricos que le molesta, ni tampoco tantos pobres que le lastima.

Que tenga la misión de la mejora material del pueblo y su mejora moral con fundamento en la educación laica, se requiere de una revolución de las conciencias. Trasformar implica una nueva relación entre trabajo y capital en un nuevo contexto democrático, la libre asociación de los trabajadores frente al capital.

Debe estar muy lejos de cualquier sectarismo, no se puede gobernar para unos cuantos y para una clase en especial, debe gobernar para todos. La regeneración de la Nación requiere de la unidad del pueblo y el gobierno a toda costa. Al menos así concibo la Cuarta Trasformación. ¿No cree usted?

 

Teodoro Lavín León
lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp