La política es quizá la más complicada y difícil disciplina que existe. El problema en este país es que llega al poder cualquiera sólo porque es amigo o compadre de alguien que ya está en las altas esferas y no por capacidad probada; por eso sucede lo que sucede. Mire usted, el ejemplo más notorio está en las autoridades que tenemos hoy, después de un gobierno que se dedicó a saquear el estado de manera realmente exagerada, pero con una publicidad inteligente y profesional, con lo que dejó que la familia del mandatario se llenara de dinero; e hiciera lo que hiciera se justificaba con el supuesto servicio a los demás, con la farsa de una superflua cultura que daba la cercanía con algunos artistas, pero que en realidad no daba el conocimiento de lo que es el arte y se vistió de corista y realizó la farsa del siglo, con tal cinismo y conocimiento de la política que, a pesar de los esfuerzos de la nueva administración, no le han podido hacer nada.

Ahora no entienden que en la política a veces tiene uno que hacer las cosas llegando a consensos y no a la fuerza, y que creen que van a lograr detener el juicio adverso de los ciudadanos.

El error primordial es no entender que hay que consensar y no pelear, ya que en las peleas siempre alguno pierde; y el que pierde se enoja.

El arte de hacer política es llegar a los equilibrios. Tenemos, por ejemplo, un presidente que es un gran comunicador, sabe manipular el micrófono y llegarle a la gente de manera impresionante, es una habilidad innata en él; en lo que está equivocado es en querer imponer la disyuntiva que últimamente está planteando: o eres liberal o eres conservador; eso ya no existe, ése es un pensamiento del siglo XIX. Creo que es un error pues vivimos en democracia en la que podemos estar en algunas cosas con el y en otras no estar de acuerdo.

Pienso que el contexto, a 15 meses de gobierno, cuando vivimos en un país en el que la situación está cada vez más delicada, es que en ese pensamiento no cabe toda la sociedad.
En el ámbito local, los políticos entienden menos, no se dan cuenta de lo que tienen entre manos, y la prueba es que más de 20 presidentes municipales les echaron abajo la reforma que tenía cosas buenas para las mujeres y los pueblos indígenas, pero al mismo tiempo traía abusos como el de la reelección por cuatro trienios y el que los diputados participaran en las elecciones sin renunciar al cargo y siguieran cobrando en campaña o el que se pudiera coaligarse un partido cuando todos sabemos que un principio, desde los 90 con un nuevo registro, la primera participación no les permite a los partidos coaligarse para comprobar el número de militantes, que desde luego no lo alcancen y, al no poderse coaligar no les será fácil triunfar; y mucho menos después de la pandemia que dejará a muchos ciudadanos enojados y dolidos por la pérdida de seres queridos, así como los familiares de médicos y enfermeras, que sin tener los recursos se arriesgan, los que pone cada vez más molestas a sus familias.

Aquí, los diputados siguen con su mediocridad, golpeando a los presidentes municipales, no entienden lo que es una democracia en la que todo mundo tiene derecho a disentir y a actuar de acuerdo a su criterio; no comprenden que su función es ser los mediadores, no testaferros para imponer, no sabe que en la democracia todos los pensamientos se valen.
Las formas de acción política de este gobierno quieren imponer que estés a fuerza con él irrestrictamente, o de lo contrario estás en contra de el. Eso no es democrático. Con el respeto que me merecen, ¿quiénes son para decirme si estoy con ellos o contra ellos?, ese es mi problema no el suyo.

Ser demócrata significa, como dice en una entrevista mi amigo Sabino Bastida, creer en una democracia de colores, de acuerdos y desacuerdos, de tema por tema de causas concretas; que somos sociedades mucho más completas y que la esencia de la democracia del siglo XXI está en la pluralidad, que es lo que no soportan los diputados incompetentes.
Hoy siguen de manera dictatorial, con una gran torpeza, regañando a través de los medios a los alcaldes y a quienes -para bien o para mal ya pasaron a la historia- y los diputados lo que hacen es demagogia o, lo que es lo mismo, respiran por la herida. ¿No cree usted?

Por: Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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