Desde que yo recuerdo, con el presidente Manuel Ávila Camacho, hasta el presidente Enrique Peña Nieto todo ha sido quejas, críticas y muy poca gente se ha preocupado por hacer algo por su propio País, México. La mayoría nos quejamos por ejemplo, del alza de la gasolina, de los huachicoleros oficiales, del diez por ciento que los dueños de las gasolineras nos roban cada vez que cargamos nuestro vehículo, del alza del costo de la vida, de la falta de empleos, etcétera, pero ninguno hacemos algo, ya no para remediarlo, sino ni siquiera para investigar el porqué de esos sucesos que afectan a casi todos los ciudadanos.
Qué bueno que nos van a prestar dinero los extranjeros en beneficio de la industria, dijimos cuando Díaz Ordaz consiguió 11 mil millones de dólares, además de los 4 que se debían con López Mateos sin haber construido ni una sola industria mexicana y nadie actuó para remediarlo.
Cuando De La Madrid Hurtado permitió que el Banco de México no regulara a la Bolsa de Valores subiendo sus ficticias ganancias sin ningún respaldo y los bancos pagaran hasta el 156% de intereses, dejar a la ciudadanía en el aire al permitir que la Bolsa cayera estrepitosamente, la gente lo tomó como un golpe de mala suerte y no como una trampa del gobierno y de los grandes empresarios, pero nadie denunció sus tropelías.
O cuando el mismo De La Madrid comenzó a privatizar algunos bienes de la Nación y nadie le puso el alto, aunque pidió que nos apretáramos más el cinturón, “con las privatizaciones va a circular más dinero”. Algunos lo criticaron, pero nadie lo detuvo.
Luego llegó Salinas de Gortari y continuó privatizando todo lo que pudo, quebrando negocios, industrias, desmantelando al campo, destruyendo centros educativos en todos los niveles (los primeros de ellos fueron las escuelas para maestros rurales), haciendo desaparecer programas sociales, entre ellos a la fábrica de fertilizantes más grande de Latino América (FERTIMEX) y todo esto respaldado por el Tratado de Libre Comercio con el vecino que le ordenó destruir al País.
Y la gente se quejó sin tomar ni una acción, pues a quienes lo criticaban los hacía callarse de una forma u otra. Murieron cientos de perredistas, muchos periodistas, alentó la lucha entre narcotraficantes y dejó al País en bancarrota, inventó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, con un estudiante de la UNAM a quien le dio armamento, su propio satélite para comunicarse con todo el mundo y quien jamás ha hecho nada por los indígenas que tanto él pregonaba, pero eso sí, le sirvió a Salinas para asustar a la gente y que no lo criticaran por su falta de patriotismo.
Ese saqueo le salió a la perfección y lo que tuvo que pagar Zedillo con el descrédito de la historia: “el error de diciembre”. Salinas sale y entra a México como todo un personaje que hubiera salvado al País. Y aún hoy en día, hay poca gente que lo critica o se queja de todas sus sinvergüenzadas.
Al oscuro de Zedillo nadie lo pelaba. Lo único bueno que hizo fue mandar colocar unas enormes Banderas Mexicanas en todas las capitales del País, pero nadie se preguntó, ¿Por qué desmanteló los ferrocarriles de casi todo México? Se le puede preguntar a la gente y casi nadie lo sabe ni se ha puesto a indagar la razón. Ya no digamos quejas, críticas, ni mucho menos algo de acción. Hay gente que dice que fue para que los mexicanos unidos no podamos transportarnos de un lado a otro que no cueste cientos de pesos; que no podamos transportar nuestras mercaderías ya sean industriales, ganaderas o alimenticias que se necesite llevar a vender.
Sin embargo existe otra razón por la que se tenía que destruir los ferrocarriles y es uno de los puntos que Estados Unidos se tenía guardado, que se llama Plan Puebla Panamá (PPP) y es: pasar el gas y el petróleo a través de ductos subterráneos, preparar otros ductos para transportar el agua que tanto necesitan en todo el norte de ese país, para sus productos alimentarios, para apagar las quemazones de cada año y para su uso industrial.
Pero nadie se quejó, ni criticó ni tomó acción alguna, porque Zedillo nos dijo que una compañía estadunidense iba a colocar nuevos trenes para carga y pasajeros. Lo único que se sabe es que ese tipo, ahora es gerente en Estados Unidos, de esa compañía de la que tanto alardeaba.
De Fox y de Calderón no vale la pena hablar, pues uno destruyó parte de nuestra cultura y el otro mandó matar a los militares y estos a los narcos, sin más resultado que la muerte de casi 200 mil mexicanos, sin haber cambiado, sino incrementado la desgracia de miles de víctimas y con su Plan Mérida, llenar al País de armamento para que nos matemos entre hermanos. Plan que hasta la fecha siguen usando para vendernos todas las porquerías de armas que les quedaron de sus guerras.
Ya Peña Nieto vendió el petróleo, terminó con el campo al llenarlo de minas canadienses y nacionales, está aceptado la fracturación de la corteza en los mantos petrolíferos y en las minas con su fracking, lo que envenena a nuestros mantos acuíferos, destruyen la tierra de cultivo, la flora, la fauna y atacan al hombre y al medio ambiente.

Se han regalado a través de la corrupción, fuentes de energía en el País, las que venden su producto a la Compañía Federal de Electricidad, como: plantas termoeléctricas, hidroeléctricas, eólicas, solares, entre otras, las que son casi el 50 por ciento extranjeras y el otro 50 nacionales. Todas esas fuentes de energía se llevan millones de litros de agua de la que tanta falta le hace al pueblo de México y pocos han actuado para detenerlos. En estos días nos tienen entretenidos con la privatización del agua, y nadie hace nada para impedirlo.

Ahora quieren hacer el aeropuerto más grande del mundo, como si de ahí comieran los 53 millones de mexicanos pobres o fueran a darles escuela a nuestros hijos o a resolver el problema de salud pública que sufren casi la mitad de los ciudadanos y ¿a costa de qué? De los pueblos originales, del erario de la Nación, del agua del Lago de Texcoco para los pobladores de los alrededores y de la Ciudad de México, porque aún si la iniciativa privada lo pague y explote, necesita carreteras federales, medios de transporte ferroviarios, servicios de seguridad, mantenimiento, etcétera. Además hay que destruir el aeropuerto Benito Juárez, porque no es compatible con el NAIM, olvidarnos de Toluca, de Santa Lucia y de otras posibilidades, pero vamos a votar a favor del faraónico NAIM, “al cabo es muy bonito y no importa lo que cueste”.
El gobierno entrante va a tratar de resolver las trampas que el actual le está dejando, como la deuda, los migrantes, la corrupción, la entrega de México al TLC o USMCA, etc., pero no en un día, ni en cien, sino hasta que todos le ayudemos.
En lugar de quejas, críticas y falta de acción, vamos a trabajar por nuestra ciudad, por nuestro Estado y por nuestro México.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

 

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp