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No me arrepiento

Hoy hace un buen día para platicarles que, cuando colgué el silbato, un 18 de diciembre del 2002, luego de pitar la final de ida: Monarcas vs. Toluca (en donde los purépechas vencerían a los choriceros por la mínima diferencia, para que a la vuelta fueran los Diablos Rojos los que lograran coronarse) me hice un propósito, casi a manera de promesa: que nunca más volvería a arbitrar un partido de futbol.