La violencia política en razón de género es una manifestación deplorable de la desigualdad y la discriminación que persisten en nuestras sociedades. Se trata de un ataque no solo contra las mujeres que buscan participar en la vida política, sino también contra la misma esencia de la democracia y la igualdad. Es inadmisible en cualquier forma y contexto, pero resulta aún más reprobable cuando esta violencia es ejercida por una mujer contra otra.

Históricamente, las mujeres han luchado arduamente por conquistar espacios en la política, enfrentándose a una serie de barreras y prejuicios que han buscado mantenerlas al margen de los centros de poder. La violencia política de género es una de las estrategias más insidiosas empleadas para mantener esta exclusión. Agresiones físicas, acoso, amenazas y campañas de difamación son solo algunas de las tácticas que se utilizan para desmoralizar y desalentar a las mujeres. Sin embargo, cuando estas acciones provienen de otras mujeres, la traición a la causa común de la igualdad de género es doblemente dolorosa y dañina.

Que una mujer ataque a otra en el ámbito político no solo perpetúa la violencia de género, sino que también socava los principios de solidaridad y apoyo mutuo que son fundamentales para avanzar en la lucha por la igualdad. Cada vez que una mujer utiliza su posición para deslegitimar, menospreciar o agredir a otra mujer, se erosiona la confianza y la colaboración entre quienes comparten la experiencia común de la discriminación y el esfuerzo por la equidad. Esta forma de violencia es particularmente desalentadora porque implica una renuncia a los valores de sororidad y un refuerzo de las estructuras patriarcales que buscan dividir y dominar.

Además, la violencia política de género entre mujeres transmite un mensaje peligroso a la sociedad: que la competencia y la hostilidad entre mujeres es normal y aceptable. Esto perpetúa estereotipos dañinos y desmotiva a las nuevas generaciones de mujeres que podrían estar considerando incursionar en la política. En lugar de ver a otras mujeres como aliadas y modelos a seguir, se les enseña a percibirlas como enemigas y obstáculos.

Es crucial reconocer que la violencia política de género venga de quien venga, es una violación a los derechos humanos y a los principios democráticos. Pero cuando esta violencia proviene de otras mujeres, hay un componente adicional de traición y deslealtad que agrava la situación. Las mujeres en la política, más que nunca, necesitan apoyarse mutuamente, construir redes de solidaridad y trabajar juntas para derribar las barreras que aún persisten.

La lucha por la igualdad de género en la política es un esfuerzo colectivo que requiere la colaboración y el apoyo mutuo de todas, todos y todes. Es fundamental promover una cultura de respeto, solidaridad y sororidad que rechace cualquier forma de violencia, solo así podremos construir una política más inclusiva, justa y equitativa.

Dicho esto, mejor vámonos con lo bueno, lo malo y lo feo. Lo bueno: las personas e instituciones que trabajan para erradicar todo tipo de violencia.

Lo malo: las personas que generan cualquier tipo de violencia. Lo malo: aquellas y aquellos que solapan qué sus equipos utilicen la violencia con tal de llegar al poder.

No está de más decir que esto es a título personal. Fíjense nada más que… en el ánimo de preservar una contienda limpia, el IMPEPAC, órgano que había sido sumamente parcial en este proceso electoral, se reivindicó un poquito esta semana y ordenó a Lucía Meza el cese de toda violencia política en razón de género contra Margarita González Saravia. Recordemos que la candidata del PRIAN y su equipo ha llevado a cabo una serie de acciones y comentarios totalmente reprobables y violentos para denigrar, violentar y limitar los derechos político-electorales por la condición de ser mujer de la candidata de la coalición ‘Sigamos haciendo historia en Morelos’.

Fuera de contexto: ‘Alito’ propuso renunciar a su cargo de Presidente del PRI si Máynez declinaba en favor de Xóchitl Gálvez. No cabe duda que solo busca tener una salida digna ante el rotundo fracaso que será el Revolucionario Institucional en las elecciones del 2024, no les extrañe que en muchos Estados, incluido Morelos, pierda su registro, de ese tamaño es el desprestigio de ese partido.

¡Saludos!

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp