En el vasto teatro de la política mexicana, estamos a punto de presenciar un acto decisivo: la transición del gobierno de Andrés Manuel López Obrador al de Claudia Sheinbaum. Muchos lo ven como un paso natural en la continuidad de la Cuarta Transformación, una iniciativa que ha buscado redefinir las estructuras sociales y económicas del País. Sin embargo, es crucial reconocer que, aunque Sheinbaum es una figura central en este movimiento, su liderazgo promete no ser una simple extensión del mandato de López Obrador, sino una etapa con matices propios y, presumiblemente, con una autonomía efectiva.

Desde su paso por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, Sheinbaum ha demostrado ser una lideresa con capacidad técnica y académica, atributos que, junto con su experiencia política, la dotan de una preparación sólida para asumir la presidencia. Su enfoque en temas de sustentabilidad, movilidad y seguridad ha generado una percepción positiva sobre su gestión. No obstante, su alineación con los principios de la 4T asegura que continuará con las políticas de justicia social y económica que han caracterizado al gobierno de López Obrador.

La narrativa de la continuidad de la Cuarta Transformación es una espada de doble filo. Por un lado, asegura la permanencia de programas sociales y reformas estructurales que han buscado atacar la desigualdad y la corrupción. Por otro, plantea desafíos en términos de innovar y adaptarse a las nuevas realidades y demandas ciudadanas. Sheinbaum, consciente de esta dualidad, parece estar dispuesta a mantener el espíritu de la Cuarta Transformación, mientras imprime su sello personal en la administración pública.

Sin embargo, no podemos ignorar a la oposición y el escepticismo que ha acompañado a este movimiento desde sus inicios. Los críticos de la Cuarta Transformación han dibujado escenarios catastróficos, evocando imágenes de un México convertido en una ‘Nueva Venezuela’. Pero seis años después del inicio del mandato de AMLO, estas predicciones han demostrado ser, en gran medida, exageraciones infundadas. La economía, si bien con retos, ha mostrado resiliencia; las instituciones democráticas siguen funcionando, y los esfuerzos por reducir la pobreza han tenido resultados tangibles.

En este contexto, la futura presidencia de Sheinbaum no solo es una continuación, sino también una oportunidad para perfeccionar y ajustar las políticas implementadas. Su enfoque científico y su capacidad de gestión pueden ser la clave para un gobierno que, además de seguir con los principios de la 4T, incorpore nuevas perspectivas y soluciones a los problemas que enfrenta el País.

Y a aquellos que siguen viendo fantasmas bolivarianos en cada esquina, conviene recordarles, con un toque de sarcasmo, que seis años después de iniciar esta ‘alarmante’ transformación, México no se ha desmoronado. Es más, lejos de convertirnos en una Nueva Venezuela, seguimos siendo un País en marcha, con todos sus retos y avances. La presidencia de Claudia probablemente seguirá desmintiendo estos augurios apocalípticos. La Cuarta Transformación, más que un riesgo, ha sido una oportunidad para reconfigurar nuestro País.

Antes de que nos volvamos comunistas vámonos con lo bueno, lo malo y lo feo.

Lo bueno: La presidencia de Claudia Sheinbaum promete una continuidad con autonomía en la Cuarta Transformación, potenciando políticas de justicia social con una gestión técnica y científica. Lo malo: La oposición persiste en su escepticismo, perpetuando la narrativa de que México está al borde del hambre y el mal llamado comunismo que abraza a muchas naciones de Latinoamérica. Lo feo: siguen pensando que desde redes sociales van a terminar con la Cuarta Transformación.

No está de más decir que esto es a título personal.

Fíjense nada más que… se dieron los primeros nombramientos del gabinete de Claudia Sheinbaum con nombres bastante interesantes: Marcelo Ebrard, Secretaría de Economía; Juan Ramón de la Fuente, Secretario de Relaciones Exteriores; Ernestina Godoy, será la Consejera jurídica de la Presidencia. Rosaura Ruiz y Julio Berdegué, se encargarán de Ciencia y Agricultura respectivamente.

Fuera de contexto: Pese a todo y contra todos, reapareció el súper peso frente al dólar. En los últimos siete días, el dólar estadounidense anota un descenso del 1.48%

¡Saludos!

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