De una memoria envidiable, testigo de más de medio siglo de lo que ha pasado en Cuernavaca de sus muchas transformaciones, en especial de la Plaza de Armas. Recuerda del paso de los autos alrededor de la Plaza, de los desfiles con la historia de México: el 20 de noviembre, día de la Revolución, el 5 de Mayo de la Batalla de Puebla y las reinas de todo Morelos, festejando el día de la Independencia, que alegraban el centro. En especial las carrozas del famoso Carnaval de Cuernavaca y sus hermosos adornos con flores de colores originarias de Cuernavaca y las más hermosas jóvenes de la sociedad cuernavacense Reinas del Carnaval, sin faltar el Rey Feo, que pasaban frente a su trabajo del Restaurante Los Arcos. Así como La Hora del Pueblo que dirigía don Pepe Gutiérrez, frente al Hotel Marik Plaza. También nos cuenta del interesante paseo de los jóvenes paseando por la plaza y las lindas novias por dentro en sentido contrario.

Trabajadora incansable, entregada al servicio de sus patrones y de su clientela, es doña Magdalena Celis García, quien nació en Cuernavaca, Morelos, en la colonia Chapultepec, el 25 de mayo de 1937. Estudió en la primaria y secundaria de la Escuela Pestalozzi.

Su mamá, una magnífica ama de casa fue Victoria García y su papá Rafael Celis quien era ganadero de los campos junto a Chapultepec, quienes procrearon tres hijos: Bertha, Lorenzo y Magdalena.

Vivían en la calle Chapultepec y cuando nació su hermana Bertha, se cambiaron a la calle de La Luz a unas cuadras del Parque Chapultepec. Se acuerda del hijo del dueño del restaurante “La Terraza”, con quien iban a jugar en la alberca del balneario.

Jugar un rato y se decidían entrar a la poza del río, con esa agua helada, sin embargo al primer chapuzón ya nadie sentía lo frío y comenzaban a aventarse clavados desde la enorme rama del árbol que aún atraviesa dicha poza.

En aquellos tiempos no habían muchas casas por ahí, sino pastizales y arboledas. En el lago de Chapultepec habían patos, gansos, tortugas, cotorros verdes y pájaros de todo tipo, más una variedad de peces de hermosos colores. Adentro existían restaurantes mexicanos, puestos de antojitos, tiendas de artesanías y era un sitio donde la sociedad de Cuernavaca se reunía los fines de semana, las familias hacían su día de campo y los niños estaban seguros de poder correr y jugar con la variedad de animales del pequeño zoológico que existía en el parque.

Su hermana Bertha y ella se fueron desde pequeñas a vivir con sus tíos, Paulino y Genoveva García y su primer trabajo fue en una tienda de artesanías, donde estuvo más de dos años. Este negocio estaba situado en los bajos del hotel Villa Galeana, en la esquina de la calle Hidalgo y Galeana, junto a lo que ahora es la Farmacia del Ahorro. El dueño era un señor llamado Mister Loy. 

Ahí le daban las telas y diseños para adornar las blusas y los vestidos artesanales, además de impartirles clases para vendedores. Nos cuenta que entró a trabajar a esa tienda de artesanías cuando apenas contaba con catorce años de edad. Aprendió a formar flores de todos colores con pétalos de telas de algodón, las que se cosían al frente de los vestidos largos y de los más finos, los que las señoras turistas usaban para todo tipo de ceremonias.

Dichos vestidos tenían mucha aceptación y demanda entre las turistas y la clientela mexicana. Dentro del negocio de artesanía se vendían blusas y vestidos de tela tejida a mano con bordados de distintos lugares de la república, como de Oaxaca, de la Sierra de Guerrero, Huipiles Yucatecos con grandes flores bordados y encajes tejidos a mano. Muchas veces el patrón traía blusas, faldas y vestidos bordados de Chiapas y bolsas bordadas de Guatemala, además de las blusas y los vestidos de fino deshilado de Aguascalientes.

En aquellos años Cuernavaca estaba lleno de turismo norteamericano, Los grandes hoteles estaban llenos de turistas de Estados Unidos, de toda Europa y en tiempos de vacaciones durante el invierno llegaban de todo el norte de la república a quedarse durante toda la temporada. En el negocio encontraban todo tipo de mercancía artesanal, la que era muy solicitada por el turismo nacional y extranjero, no como ahora que los americanos ya no llegan ni a Cuernavaca ni a ninguna ciudad del País. 

Se salió de la tienda de Artesanías y consiguió trabajo en un comercio de una lavandería llamada “Lavalotodo de Morelos”, donde su hermana Bertha la presentó y ahí estuvieron trabajando las dos durante tres años. Los propietarios de ese negocio eran don Carlos Rosavile y don Guillermo Guara.

Hace 53 años que Magdalena García Celis trabaja en el restaurante Los Arcos, al que fue llamada a laborar desde que el mismo fue fundado por el señor Moises Goldzweig. Nos dice que su hermana Bertha, quien falleció en 2009, también entró a trabajar junto con ella al restaurante. Cuenta que comenzaron a laborar con un turno y al poco tiempo don Moy, como todo mundo le decía de cariño a su patrón, tuvo que contratar un segundo turno al tener clientes extranjeros y nacionales que llenaban el local.

Nos rememora de aquellos guisos que fueron inventados por la fabulosa comida que se hizo desde su apertura, como las famosas enchiladas Cuernavaca, a base de chorizo, pollo y jamón con aguacate y ensalada rusa, sus sabrosas tortas con varios ingredientes de Milanesa, pollo, chorizo o huevo de su sabroso café y del rico surtido de pasteles y galletas, las que siguen siendo las delicias de los comensales

Se estuvo acordando de clientes de mucho prestigio dentro del mundo artístico que era su clientela que tenían casa en Cuernavaca o quienes llegaban durante los fines de semana, como José Alfredo Jiménez, La Tariácuri, Gerardo Reyes, quien vivía en Cuernavaca y hasta la mesa le apartaban, Raymundo Capetillo, Antonio Medellín, Rogelio Guerra, Elsa Aguirre y su hermana Alma Rosa, Katy Jurado, Gonzalo Vega, Leticia Perdigón y Joan Sebástian, entre otras personalidades del mundo artístico nacional y extranjero.

Comenzó a contarnos de cuando a ella le pedían que sólo diera servicio como mesera, ya que muchos clientes la buscaba por su don de gentes y querían que ella fuese quien estuviera atendiéndolos, pues recibía a todo mundo con una sonrisa en la boca y eso era lo que a todos los clientes les gustaba, pero cuando el local estaba completamente lleno, también se encargaba de ayudar en la pastelería, a veces en la cocina y en otras ocasiones en el bar, pero casi siempre la buscaban a ella por su galantería y fina atención hacía los comensales. Cuando salía de vacaciones iba a Veracruz o a Acapulco, pues le gusta mucho el mar.  

 Está muy agradecida por el cariño y atenciones que ha recibido por parte de sus patrones, de los que se expresa con mucho respeto y amor. Dama conocida por su linda forma de ser, es querida por toda Cuernavaca.

Semblanzas de Morelos
Rafael Benabib
rafaelbenabib@hotmail.com

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