Magnifico diseñador aprendió su oficio en la universidad. Cursó la carrera de Decoración de interiores y exteriores en la Escuela de Diseño Matzumoto y aprendió el arte de la jardinería decorativa, encargado de la Galería Bio-Art del señor Alberto Wuggetzer y propietario de la tienda de antigüedades: Florentina, Carlos Alberto Ocampo Gutiérrez nació en Cuernavaca, el 30 de mayo de 1966 en la clínica del doctor Saturnino Caballero Díaz de esta ciudad.  
Su papá fue Rafael Ocampo Jiménez, quien estaba encargado de la bodega de la Coca Cola en Querétaro y fue trasladado a la misma compañía en Cuautla, Morelos. Su mamá fue doña María Guadalupe Clementina Gutiérrez Infante, ama de casa y de ocho hijos. Al poco tiempo se cambiaron a Cuernavaca y don Rafael, su padre, abrió un expendio de huevo en la calle No Reelección.
Carlos estuvo en el kínder Resurgimiento, la primaria en una escuela de gobierno y la secundaria en la federal No. 1 Froylán Parroquín García. La preparatoria en la No. 2 de Altavista y la carrera de Decoración de Interiores y exteriores: en la Escuela de decoración Matzumoto.
Familia de artistas, Carlos tuvo siete hermanos: Martha, Luis, Rafael, Hortencia, Sergio. Enrique, Carlos y Fabián. Su hermana Martha fue secretaria y locutora en Radio Fiesta, cuyo jefe era don Jorge Mejía Lara. Luis se fue a México y es Diseñador de Accesorios en piel, Rafael trabaja en Diseño Gráfico, Hortensia estudió Administración de Empresas en la Escuela Chamberusse, lo que ahora es el Tecnológico Milenio en la colonia Palmira y fue encargada del negocio “Materiales Meneces”, Sergio es Diseñador Gráfico Independiente, Enrique es Médico Cirujano egresado de la UAEM y trabaja en la Secretaría de Salud y Fabián estudió Sicología Educativa en la Normal José Vasconcelos de la colonia El Vergel.
En 1981 comenzó a trabajar en la Galería Bio-Art del señor Alberto Wuggetzer y ahí estuvo como decorador durante tres años. Cuando se salió de la Galería, entró a laborar a un negocio de venta de ropa de importación de la señora Martha Susana en la Plaza Los Arcos. Esta fue la primera Plaza Comercial que hubo en Cuernavaca. 
Ahí era el gerente, el vendedor y el encargado de toda la tienda. Se vendía ropa y accesorios todos de importación. La señora Martha Susana era de ascendencia Argentina, quien tenía muy buen gusto para escoger su mercancía y además de comerciante, era periodista y directora de la Revista Activa que trataba artículos de moda y belleza y por tal motivo, ambos hacían una buena mancuerna. Estaba muy contento con ese trabajo, en el que estuvo de 1985 a 1990, ya que se complementaba con la decoración que es lo que él había estudiado. Con esos estilos tan exclusivos, la decoración del negocio era todo un sueño.
Carlos y su hermano Fabián, en 1990 abrieron una Estética en su propia casa. Dice que fue uno de los primeros SPA que hubo en Cuernavaca. Esta estética le dio una imagen diferente a lo que después fueron estéticas y SPA. Ahí ofrecían, corte, peinado, tinturismo, masaje facial, rejuvecimiento de la piel y belleza facial. Tuvo un receso de tres años en los que se dedicó junto con su hermano Enrique, a terminar de edificar, diseñar y decorar la casa donde vivía con su mamá.
De 1998 al año 2000, Carlos se fue a radicar a Monterrey donde se dedicó  a dar clases de Artes Plásticas en la Casa de la Cultura del Estado de Nuevo León. Esto se dio al ganar un concurso de “Altares Muertos” en esa ciudad. De ahí se fue a radicar al Puerto de Veracruz por parte de la empresa ECOMOR de la compañía Telcel, donde se abrieron varias delegaciones y lograron dar ocupación a más de 20 plazas de trabajo.
Carlos era parte de un equipo de 15 personas que comprendía la compañía, los que fueron felicitados por ECOMOR por su magnífica labor.
Carlos dejó su trabajo para cuidar a su mamá quien estaba muy enferma y falleció en el año 2002. Entonces comenzó a laborar en forma independiente en decoración, floristería y arreglistas en ceremonias de toda índole, como bodas, quince años, graduaciones y eventos sociales; y el 15 de septiembre de 2010, abrió su propio negocio de florería, regalos, adornos y arreglos florales en la calle Galeana en el centro de esta ciudad. Cinco años después se interesó en adquirir una colección de antigüedades; muebles antiquísimos relojes de pared, objetos decorativos del siglo XIX, pinturas de varios artistas y piezas antiguas de cerámica pintadas a mano de un gusto exquisito.
Esta colección proviene de una herencia que su amiga Sandra le dejó en concesión, pero que nunca ha querido recibir el dinero de lo poco que en este tiempo se vende. Hoy en día Carlos y Sandra llevan una relación de amistad muy profunda y de vez en cuando se reúnen para contarse cosas de sus vidas, del negocio y de todas las novedades que existen en esta hermosa Cuernavaca.
Siempre está hablando de su preciosa sobrina Mariana, la que a veces le viene a ayudar. Nos cuenta que ella está a punto de contraer matrimonio y le ha pedido a su tío Carlos, que se encargue de decorar los salones y el banquete donde va a tener lugar su boda, por lo que el tío Carlos está muy emocionado. Nos repite que Mariana es como una hija para él y ella también lo quiere mucho.   
Frecuenta a un círculo de amistades con quienes se reúnen para hablar de esculturas, libros, pintura y de lo que en ese tiempo esté de moda, pero cuando comienzan las discusiones sobre política, Carlos se sale de donde sea la plática, porque a él no le interesa la política y nunca puede ser parte de ese tipo de conversaciones. 
Entre sus amigos se encuentran: Héctor Hernández, quien además de ser acuarelista, es un erudito en la Historia del Arte y es su asesor de su negocio de antigüedades, la agradable Gabriela Rubí, que le da vida a las reuniones, el escultor Carlos Piñar, Ricardo Franco, Alfredo Celis por su empeño y dedicación, Rafael Martínez y Ernesto Cespedes y su gran amiga, Elsa reciado. Y así es como su negocio denominado “Florentina” ha seguido adelante.
 Recuerda de cuando trabajaba en la Galería Bio-Art con el señor Alberto Wuggetzer, de cómo su patrón era tan conocedor de la historia de México y le tenía un gran cariño a nuestro País. Ahí Carlos refrendó su amor por todo lo mexicano. Nos dice que “México es muy rico en culturas y en costumbres tradicionales y considera que nuestro pueblo es capaz de resolver sus propios problemas, pues es un gran País y sus ciudadanos son gente trabajadora que defiende los derechos propios y los de su prójimo en beneficio de la patria entera”. Menciona que tiene mucha fe en dios y en los dirigentes del gobierno de nuestro País.
Y así es como su negocio, rincón y gran amigo llamado Florentina, es su sitio preferido dentro de su querida Cuernavaca.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com
 

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