El coronavirus ha puesto de cabeza al mundo entero y la gran familia deportiva ha tomado cartas extremas en el asunto. Se trata de un tema complejo que da para mucho, en cuanto a polémicas y discusiones se refiere.

El pánico se ha adueñado de la población y todo el mundo se encuentra temeroso, como si se tratara de la Peste Bubónica que en el siglo XIV terminó con un tercio de la población europea.

La cuestión aquí es saber si luego de suspender cientos de eventos deportivos alrededor del orbe, durante dos semanas o un mes, terminará con la amenaza de la pandemia.

La esperanza es que, con la entrada de la primavera, con el cambio de temperatura, el virus se vuelva menos infectante. La otra situación que sería favorable es que, en el corto plazo, se consiguiera elaborar una vacuna para prevenir la enfermedad, lo que se antoja difícil.

Sin embargo, pienso que, más temprano que tarde, un gran porcentaje de la población estará, irremediablemente infectada en los años venideros; de modo que, tendremos que aprender a convivir con el coronavirus.

La “buena noticia” es que no se trata de una enfermedad con alta mortalidad (solamente fallecen menos del 4 % de los infectados) y en la mayoría de los casos la sintomatología es muy leve: fiebre, dolor de garganta y tos.

Y algunos de ustedes se preguntarán ¿De dónde le salen a Lalo Brizio sus conocimientos de epidemiología? Pues al cursar la carrera de Medicina Veterinaria y Zootecnia, era indispensable empaparse en materia de salud pública; ya que, el compromiso es preservar la salud de los animales y la de los seres humanos evitando las enfermedades que les puedan trasmitir.

Sinceramente, pienso que las medidas extremas que se están tomando, a la larga, van a causar mayores problemas y daños que el propio coronavirus, resultando peor el remedio que la enfermedad.

El “gel antibacterial” sirve para maldita la cosa, toda vez que, no es viricida (es decir, no tiene el poder de matar al virus… y en una de esas, tampoco a las bacterias) siendo mil veces mejor lavarse las manos.

Igual, mueve a risa ver a muchos pasajeros, en el metro, portando tapa bocas. A ver, el tapa bocas lo deben usar los enfermos para no contagiar a los demás; pero, a los sanos no les sirve para no contagiarse. Sin mencionar que, hasta el momento, en un país de 120 millones de habitantes, solamente se han confirmado 16 casos… “que no panda el cúnico”.

Eduardo Brizio
ebrizio@hotmail.com

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