Tal y como se veía venir, luego de que el cancerbero Agustín Marchesín fuera vendido al Porto del balompié Lusitano, Paco Memo Ochoa fue repatriado por el América para resguardar el marco en el nido de Coapa.

A pesar de que las Águilas nunca han sido santo de mi devoción, he de confesar la admiración que le profeso al hijo pródigo que ahora regresa a nuestro país. En mi opinión se trata del mejor portero mexicano de todos los tiempos.

Sin embargo, el buen concepto en que lo tengo no me ciega ni me impide afirmar que, desde mi muy humilde punto de vista, a pesar de haber sido el primer guardameta azteca en ser contratado en Europa, en su paso por el viejo continente no trascendió y regresa al terruño querido “con la frente marchita”.

Cargando en su maleta la ilusión de jugar por aquellos lares, emigró a la Liga 1 francesa, fichando para el Ajaccio, un equipo de ínfima categoría, en donde se convirtió en ídolo y baluarte, para luego de tres temporadas descender al averno de la segunda división.

De modo que, el Málaga de la Liga Española le abrió sus puertas; pero, quiso el destino, mejor dicho, el camerunés Carlos Kameni al adueñarse de la titularidad, que Paco Memo calentara el ocote en prácticamente toda su estancia con la escuadra albiceleste.

Fue entonces cuando pasó al Granada, en donde fue llenado de cuero; tanto así, que sufrió la pesadilla de, por segunda vez en su carrera, vivir el drama del descenso.

¿Quieren más? Después jugó en el Estándar de Lieja, un equipo de prosapia para el balompié belga; pero, sin trascendencia en las competencias europeas.

Los que saben de estas cuestiones afirman que el gran problema que impidió al personaje que hoy nos ocupa ser firmado por alguno de los grandes de Europa, fue el hecho de que no tenía pasaporte comunitario ¡Quiero creerles!

“Haiga sido como haiga sido”, el hecho es que los aficionados al equipo dirigido por el “consorte de la liendre” están de plácemes con la flamante contratación. Sinceramente, le deseamos todo género de éxitos.

Pero, tal vez Paco Memo nunca ha escuchado esa vieja balada de Joaquín Sabina, “Peces de Ciudad” en donde el trovador de Úbeda afirma: “Al lugar donde has sido feliz… no debieras tratar de volver”.

 

Eduardo Brizio
ebrizio@hotmail.com

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