Durante muchos años he sostenido la hipótesis de que “los árbitros son las verdaderas estrellas del futbol mexicano”; teoría, que cada vez toma más fuerza y se ha vuelto muy fácil de comprobar.

Durante el fin de semana, concretamente en uno de los partidos que acaparó la atención del “respetable”: el Monterrey vs. América, no se habló de otra cosa que no fuera del (mal) arbitraje realizado por Fernando Guerrero. Nadie se refiere al futbol, todos; pero absolutamente todos, se dedican a comentar sobre el trabajo realizado por el silbante.

Escapa a mi entendimiento que se hable más de las decisiones tomadas por el juez que, por ejemplo, el golazo de Funes Mori. Habiendo tanta tela de dónde cortar en matera balompédica: los planteamientos, la estrategia, cómo ajustó Rayados al quedar temprano en el partido con diez hombres, el hecho de que el América haya jugado 53 minutos del encuentro con superioridad numérica… pero, mejor el árbitro.

Del mismo modo, en un juego protagonizado por el error, a los únicos que se les exige ser infalibles es a los hombres de negro. Al cancerbero Marcelo “Trapito” Barovero, le metieron un gol “por las orejas” y no recuerdo alguien que haya querido guisar una parte de su virilidad en chilpachole… simplemente se trató de un desliz.

Igualmente, Nico Sánchez erró un penal; digo, lo único que tiene que hacer todo el día es patear un balón y a la hora de la verdad, en un disparo desde los once metros “riega el tepache”; pero nadie lo “crucificó”, simplemente se entendió que así es el futbol.

Por ejemplo, cuando cayó el segundo gol americanista, al minuto 80, uno de los comentaristas encargados de trasmitir el encuentro por la televisión, aseveró (en un principio) que el tanto había sido convertido por Henry Martín, cuando lo cierto es que el ariete de los de Coapa tenía 22 minutos de haber sido sustituido y ya no se encontraba en el terreno de juego.

Otro ejemplo sería aquel en que algunos analistas arbitrales afirmaron que “el Piojo Herrera debió de haber sido expulsado por ir a ver el monitor durante las revisiones del VAR”, equivocando su comentario; toda vez que la regla ya cambió y ahora solo es merecedor de una llamada de atención.

Y no se trata de que “el mal de muchos sea el consuelo de los tontos”, lo que intento de establecer, respetuosamente, es que todos nos podemos equivocar, pero cuando el que comente la pifia es el árbitro, es sometido a un… juicio sumario.

 

Por: Eduardo Brizio

ebrizio@hotmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp