En un país sin memoria y sin mesura, ni para la crítica ni para el elogio, las preferencias se han venido dividiendo (desafortunadamente) en dos grandes campos hostiles: los chairos y los fifís, en cuanto a posiciones políticas se refiere; así como, entre porristas y detractores de la Selección, en materia balompédica.

La mejor y más fehaciente prueba la encontramos en el reciente partido, amistoso internacional, celebrado en San Antonio, Texas, entre los representativos de México y de Argentina.

No tienen idea de cuánto disfruté las opiniones vertidas por “los porristas” del equipo Tricolor (“Que tiene mucho corazón y en la cancha lo demostrará”) previas al partido, en donde nos invitaban a soñar con heroicas gestas de nuestros valientes e incomparables soldados de cortos pantalones, convirtiéndolos en émulos de los dioses del Olimpo, augurando un (más) que probable triunfo de los nuestros, ante “La peor Argentina de los últimos tiempos”. El equipo “A” de México en contra de la Selección “Z” de Argentina ¡Sí, Chucha!

Pero lo mejor vino después, cuando, cual auténticas veletas, guardaron la matraca, arriaron la bandera del halago y la benevolencia, para convertirla en feroz: burla, descalificación, ataque y hasta mofa de la Selección Mexicana de futbol, ¡Ay cómo goce!

Y no es que me dé gusto que pierda el equipo de todos, al contrario. Lo que ocurre es que, desde que tengo uso de razón, me he sentido engañando: en el premundial de Haití, en el Premundial de Honduras, en la Copa del Mundo Argentina 1978 (ya saqué mi acta de nacimiento, je je) … (¿Le sigo?) … hasta que llegó el día en que me prometí a mí mismo ¡No volver a creer en la Selección!, mucho menos a que “insignes” personajes, me adoctrinaran y sembraran en mi corazón la semilla de la (falsa) esperanza.

Por otro lado y echando a volar la sinceridad, no me alcanza mi pelona cabecita para entender por qué “el respetable” y la crítica especializada, han sido tan benevolentes con el “Tata”.

Cuando Juan Carlos “El predicador” Osorio sustituía a ocho futbolistas en la alineación, de un partido a otro: “Eran rotaciones”, las cuales fueron censuradas hasta el cansancio por “los que saben de futbol”; sin embargo, ahora que el timonel azteca, de origen argentino, hace los mismo, nos salen con la (inexplicable) cantaleta que: “No es igual cambiar a tantos jugadores en un amistoso; que en un torneo oficial” … “Lo que en el pobre es borrachera… en el rico es alegría”.

 

Eduardo Brizio
ebrizio@hotmail.com

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