A pesar que la nueva legislatura morelense ha dado inicio desde septiembre y el nuevo gobierno ha asumido el poder desde el pasado octubre, la percepción es que algo esta haciendo bien el gobierno morelense que no forzosamente lo está haciendo el congreso local.

Hablamos que al menos el gobierno blanquista ha tenido prudencia en las expectativas generadas y mesura en sus declaraciones, esto a pesar de no conocerse el rumbo que tendrá Morelos los próximos años o que se pueda leer algún proyecto o borrador de plan de desarrollo, que sin duda es un instrumento necesario para atajar dudas y desconciertos que pudieran generarse en el aún novel gobierno de Cuauhtémoc Blanco.

Los temas y problemas a pesar de haber cambio de gobierno siguen presentes y por ello la importancia de preguntar ¿Cuál será el rumbo de Morelos? Por ejemplo, se debe señalar el hecho que aun no quedan del todo resueltos el atraso que se tiene en el desarrollo regional (sobre todo en la zona sur y oriente) y aquí el enorme reto es encontrar un equilibrio que permita el crecimientio de las zonas más marginadas para que sean tomadas en cuenta en los próximos programas sociales.

Morelos no debe esperar mucho tiempo para comenzar a delinear una estrategia que permita un ejercicio en tiempo y forma del Presupuesto de Egresos de la Federación del 2019 (PEF-2019); como propósito de cierre de año, quienes sean los encargados de las finanzas del estado, presidentes municipales, legisladores federales y locales, debieran pactar un grupo para estar presente no solo en la conformación del presupuesto, sino para que se le asigne lo justo a obras prioritarias de la entidad y para que den seguimiento a la liberación de los recursos federales que se obtendran en diciembre en la negociación del PEF-2019.

Es necesario, que exista un auténtico entendimiento entre el gabinete estatal y los alcaldes en entrarán en funciones en enero de 2019. Sería condenable e incomprensible una lucha de poder sin resultados concretos, cuando tenemos como reciente antecedente que las malas relaciones entre gobernantes solo generan problemas en la ciudadanía.

No importa si hubo alternancia de partidos o si aun no contamos con una agenda legislativa que nos de luz de por dónde iremos; lo irreductible es brindar a los morelenses civilidad política y que los acuerdos se reflejen en el mundo fáctico. Atrás deberán quedar los manotazos en la mesa, las diferencias políticas y los problemas personales ya que si seguimos perdiendo el tiempo en lo anterior, el atraso irá incrementándose y desde luego, nadie busca eso para nuestra querida entidad.

No se necesita ser un genio para saber cuál es la agenda estatal para Morelos, las necesidades son comunes.

Necesitamos políticas públicas que detonen competitividad, empleo y combate a la pobreza; destinar acciones urgentes en materia de seguridad y que al fin de cuentas definamos cuál será la política estratégica en materia de seguridad. 

Morelos requiere autodeterminarse como polo de desarrollo, donde entendamos el rol que desempeña nuestra situación geográfica y aprovechemos esta, para ser eficáces en la promoción de los productos y servicios de nuestros empresarios.

Morelos no puede seguir improvisando, tenemos que devolver el espíritu hospitalario que atraiga al turismo y nuevas fuentes de empleo. En fin, no tarden mucho, a Morelos le urge rumbo.

 

Por: Guillermo Amerena Betancourt

amerenaguillermo@gmail.com

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