La crisis bilateral que vivimos México y Estados Unidos, no debe minimizarse; tampoco hacernos asumirlo como un tema más de la agenda nacional, ya que las afrentas que México ha recibido del Presidente estadounidense han sido recurrentes y aunque algunas ocurrentes, ninguna tan formal como la más reciente del incremento a los aranceles de productos mexicanos exportados hacia Estados Unidos, por el problema migratorio que se vive en la región de América del Norte.
Aquí el tema novedoso es que frente a la amenaza real del incremento arancelario, el Gobierno de México, que en amenazas anteriores había prometido “no caer en provocaciones”, al parecer terminó por si provocar al Presidente Trump, en varias frases de la famosa carta del Presidente López Obrador.
Tan no fue del total gusto del Gobierno norteamericano la misiva mexicana, que ante el ofrecimiento -única parte sustancial de la carta- de establecer un diálogo respetuoso y privilegiar la política, así como enviar “a nuestros representantes del más alto nivel”, el Presidente Trump ya les tuiteó, palabras más, palabras menos, que ya basta de choros y que nos pongamos a hacer algo para frenar el flujo migratorio.
¿Qué deberíamos hacer? Desde luego que la comunicación entre México y Estados Unidos, no está siendo efectiva. Ellos nos dirigen medidas directas, ejecutivas y frontales a través de redes sociales y publicaciones en páginas web, mientras nosotros respondemos tibiamente con cartas más parecidas a ensayos de la carrera de ciencias políticas.
¿Por qué buscar sensibilizar evocando pasajes de la historia entre México y Estados Unidos? Cuando la realidad es que nos están forzando a establecer el endurecimiento de nuestras políticas migratorias hacia México y a firmar un “Acuerdo de Tercer País Seguro” para Estados Unidos. Y aquí es en donde debe aparecer el posicionamiento inteligente del Gobierno mexicano, su operación con aliados (afectados naturales) en las medidas que pretende imponer el Gobierno de Estados Unidos y el cabildeo con los intereses económicos, para poder hacer contención y frente común en la narrativa que México tiene que construir para hacer valer los intereses nacionales, en esta crisis bilateral que estamos viviendo.
En marzo de 2018, el Presidente López Obrador (como candidato) demandaba al Presidente Peña Nieto, que diera a conocer el contenido telefónico de la famosa llamada con Trump que fue dura y donde le reiteró la postura de México, que no pagaríamos por el muro; aquí es cuando debemos enfatizar que independientemente el respeto y la confianza en los diálogos de alto nivel, en congruencia con los que exigen los protocolos diplomáticos, en esta crisis bilateral, el posicionamiento de México ha quedado debilitado y desfasado, frente a los tweets directos y graves para la economía mexicana del Presidente Trump.
Podríamos criticar como hacían los opositores del pasado que “¿De qué sirvió? haber reunido en casa de un empresario al yerno del Presidente estadounidense con el Presidente de México” y envolvernos en la Bandera Nacional, pero eso hoy no abona en hacer un frente común para que en esta crisis, México pueda salir bien librado.
Los estadounidenses dijeron que quieren hechos y no palabras; por lo que el plan que debería estar preparando la cancillería mexicana para las reuniones de esta semana deben tener sustancia y compromisos bien cabildeados.
México necesita estrategia y cabildeo; hoy por hoy, Estados Unidos trae ventaja en el debate bilateral porque ha puesto los temas reales sobre la mesa.
Es momento que México también fije postura y establezca nuestros temas en la agenda; comience a generar aliados y a definir en los hechos, una política migratoria y comercial que debe pasar de la retórica, a posicionamientos inteligentes, viables y tangibles.

 

Guillermo Amerena Betancourt
amerenaguillermo@gmail.com

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