TRADICIONES. 

Morelos es un estado rico en tradiciones, pero en particular en Día de Muertos hay al menos dos puntos que se destacan y que fácilmente podrían ser referente a nivel nacional.

Empezamos el recorrido por uno de los poblados con más historia en Cuernavaca: Ocotepec.

Aquí las personas han pasado de generación en generación la tradicional “cereada”. Las familias que lamentablemente perdieron a algún familiar en el último año montan enormes altares en honor a sus difuntos y literalmente abren las puertas de su casa para que cientos de personas vean cómo los recuerdan. 

Se le llama “cereada” porque los visitantes deben llevar una veladora que dejarán en la casa del difunto y a cambio reciben, no sólo el agradecimiento de la familia, también se llevan su vaso con café o atole, pan y hasta comida.

En estas fechas las calles de Ocotepec se llenan de vida por las noches, algo que en pocos lugares de la república se ve.

Otro sitio donde las personas mantienen una tradición que se debe rescatar es Coatetelco, donde se llevan a cabo año con año las famosas ofrendas colgantes.

Este ritual tiene orígenes prehispánicos y de hecho, en lengua náhuatl es conocido como “Huatlapechtle”.

La “cama” sobre la que se tiende la ofrenda se cuelga del techo en las casas y ahí ponen lo que el difunto disfrutaba cuando todavía estaba en el mundo de los vivos. Por debajo se colocan flores para guiar a los muertos y velas que representan los cuatro elementos.

Ambas son tradiciones que, como morelenses, debemos fomentar para que no mueran porque son parte de nuestra identidad. Ambas tradiciones son un orgullo.

Por E. Zapata / opinion@diariodemorelos.comlocal@diariodemorelos.com

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