TAREA MAYÚSCULA. Autogobiernos, corrupción, riñas, acoso contra reos, fugas e incluso muertes, han sido por décadas las dolencias más comunes del sistema penitenciario de México, en todo el país.
Penales como los de Tizayuca, Ciudad Victoria y Puente Grande, así como el famoso Topo Chico, son ejemplos claros en la historia de la descomposición a la que se puede llegar cuando estos espacios se convierten en una “segunda casa” para los criminales.
Para tener cárceles de primer nivel se necesitan recursos, muchos recursos, pero también una revisión al sistema judicial para atender una de las principales causas que lleva al descontrol total en los penales: la sobrepoblación.
Consideremos que estos problemas se han añejado por décadas y se han convertido en prácticas casi comunes dentro del sistema penitenciario.
Un nuevo gobierno no puede acabar de tajo con este tipo de problemas, no es como apagar y prender un swich.
Reformar los penales, acabar con la corrupción y conseguir una verdadera reinserción, son tareas que pueden tardar años, pero en Morelos ya se está dando el primer paso y es de aplaudirse la voluntad que tiene el gobierno entrante.
MEDIDAS RADICALES. Ahora que el tema de las cárceles está “de moda”, para muchos no pasa desapercibido el cambio radical que implementó Nayib Bukele en El Salvador, en el famoso Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
Son cuestionables sus métodos, pero lo que es innegable es que esa sí es una cárcel en la que impera el orden total.