YA CAYERON las primeras lluvias desde que la administración de Andrés Manuel López Obrador aclaró que la estrategia para enfrentar la pandemia de coronavirus no era responsabilidad exclusiva suya.
Es decir, que luego de la declaratoria de contingencia y primera etapa de trabajo sanitario con directrices federales, se llegaba a la de que cada estado, cada municipio, recibiría sugerencias y decidiría por sí.
Tal vez más de dos-tres se quedaron pensando que todos y cada un deberíamos de seguir a pie juntillas todas y cada una de las indicaciones y hasta disertaciones del doctor Hugo López-Gatell Ramírez.
EN LA dinámica de la información pareció quedar firme que la ruta de retorno a la llamada “nueva normalidad” sería única y exclusivamente la de las conferencias de las 19:00 horas sobre COVID-19 en Palacio Nacional.
La realidad a nivel de piso, lejos de la residencia de López Obrador, muestra que hay mil interpretaciones de cómo afrontar al maldito virus, que muchas no corresponden a la higiene, sana distancia y más.
El semáforo de cuatro colores es un fantasma en muchos lugares del país, por ejemplo ayer en la capital de Morelos, en cuyo tianguis de Chapultepec se vio que la última palabra la tiene la gente de a pie.
NO HAY contradicción legal que el semáforo federal de riesgo máximo alto, medio y bajo marque rojo para Morelos y que no sólo en Cuernavaca sino prácticamente en todos los municipios no hay color.
La recomendación federal para hoteles, restaurantes, peluquerías, parques, supermercados, estadios, gimnasios, cines, centros comerciales, iglesias, conciertos y bares, queda en simple sugerencia.
La estrategia federal indica, por ejemplo, que deben estar cerrados los bares no sólo en el semáforo rojo, en que estamos, sino incluso en naranja, al que no hemos llegado, y ¿en verdad no hay bares sirviendo?
TAL VEZ vaya siendo tiempo de que cada quien asuma responsabilidad en sus actos, autoridades de los tres niveles y, sobre todo, nosotros los ciudadanos en la tarea que nos toca, entendidos que el riesgo es muy alto aún hoy.
Por: E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1