LO QUE era una apreciación tomó forma de realidad: el delito de homicidio doloso o intencional no cede en su escalada frente a la pandemia de COVID-19, ni por el ejercicio del aislamiento social.
Según el reporte estadístico del Sistema Nacional de Seguridad, que depende de Gobernación, México no ha podido abatir los asesinatos, al menos en los últimos 20 años, alias, ninguna estrategia ha funcionado.
Repetir ‘ad nauseam’ que todo empezó en 2006 cuando el a la sazón presidente Felipe Calderón le declaró la guerra al crimen organizado, tiene buena cuota de simplismo conformista. Hay más antes y después.
EL NARCO y sus varios modus operandi venían de décadas atrás, día a día evolucionando y dejando muertes, con un énfasis que ni detonado en 2007 fue tan salvaje como lo que ha sucedido en el reciente 2019.
Si en su momento el acumulado de homicidios dolosos escandaliza, no tarda más de un año en palidecer: de 16 mil 121 asesinatos en 2015, se pasó a 20,150 en 2016; 25,036 en 2017; 29,100 en 2018, y 29,421 en 2019.
La proyección para 2020, con base en las cifras del primer trimestre, indican que es probable cerrar en rango de 30 mil homicidios dolosos. Por cierto, en otro momento se manejó la trampa se sumar homicidios culposos.
PARA EL caso Morelos, en su historia reciente de homicidios dolosos, la esperanza de que las cosas vendrían mejor, porque diciembre de 2019 marcó 65 casos y en enero 57, se diluyó en febrero y confirmó en marzo.
El mes pasado se reportaron 77 asesinatos y, aun sin ser oficial, en abril la primera quincena ya proyectaba igual o más delitos de ese tipo, justo cuando crece la preocupación social por el embate del COVID-19.
Frente a esta sangría, yace y hace mal el anhelo de un clima de seguridad y paz social dicho como campaña electoral vía el remiendo del tejido social con salud, educación, empelo… y la Guardia Nacional. ¿Y ’ora, pa’ dónde?
¿CUÁNTAS SEMANAS, cuantos meses, años o sexenios se necesitan para una verdadera transformación, y no ver pasar las cifras rojas anclados en el simplismo de “La guerra estúpida de Felpe Calderón”?
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