CUENTA LA fábula que un mal día un alacrán pidió a una tortuga que le ayudara a cruzar el río para no ahogarse, con la promesa de que no la picaría; ella se resistió repetidamente, pero después él la convenció.
Dice la misma historia acreditada a un tal Esopo, fabulista griego, que el alacrán le soltó al aguijonazo a la tortuga a medio camino y ésta le preguntó al agresor -entre recuerdos maternos- por qué lo había hecho.
El ponzoñoso agresor le respondió sin rubor “No pude evitarlo ¡es mi naturaleza!, y ambos se hundieron, algo así como que les está sucediendo a los del partido Morena, dicho sea con todo respeto para los animalitos.
¿CÓMO QUE no tiene relación la fábula del alacrán y la tortuga con las fuerzas vivas del Movimiento de Regeneración Nacional? ¡Mucho! Está en su naturaleza la inconformidad, la protesta, romper lo establecido…
Los jaloneos que vive el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador no quedan en el rango natural de la discrepancia propia del animal político que es el ser humano por naturaleza, van mucho más allá.
No es un hito la inestabilidad en Morena-Morelos desde las cabezas visibles de Gerardo Albarrán, en una esquina, y Raúl Iragorri, en la otra, si en el centro así se ven Polevnsky, Ramírez Cuéllar, Martí, etc.
“¡ES MI naturaleza!”, le dijo el alacrán a la tortuga cuando la picó a medio río; la toma de las instalaciones del partido en Morelos por un grupo morenista inconforme con su dirigencia, también es naturaleza.
Cierto, no todos los correligionarios morenistas son del mismo talante, los hay radicales y moderados, reflexivos y vicerales, naturales y allegados, con principios respetables y, claro que sí, oportunistas.
La muy variada mezcla de morenistas genera un explosivo coctel que, serenado en el centro por la cercanía de López Obrador, en Morelos no parece tener dique y sí, por el contrario, etiqueta de pronóstico reservado.
SIN EL dínamo impulsor de Morena para la elección intermedia del 2021 ya no será tanto Andrés Manuel López Obrador, la Esperanza de México en Morelos puede hundirse como el alacrán y la tortuga de la fábula.
Por E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1