Ahora resulta que se convierten en políticos los amigos y compañeros de juerga de los funcionarios de las autoridades actuales, los empresarios que manipulan desde la segunda fila y los ex funcionarios.

Da mucha risa, verdaderamente, que sólo por el hecho de decidirlo ya sienten que pueden hacer política.

Ése es, quizás, el problema de las trasformaciones que vemos en los noveles funcionarios, que se creen que ya son verdaderamente estrategas de la política, cuando su candidez e inmadurez se notan a leguas. Con sólo poner su nombre y una frase sienten que “ya la hicieron”; y desde luego que la van a hacer con sus familiares y amigos, pero no más allá, y creen que con dinero se van a colar en la política de manera fácil.

Si es cierto que político sin dinero es pobre político, también es cierto que la política es una profesión que no se da en maceta y que hay que tener una serie de conocimientos y cualidades para hacerla bien.

Como muestra, en Cuernavaca todo mundo ve como ejemplo al siempre bien recordado Alfonso Sandoval Camuñas- QEPD- que, a pesar de la falta de recursos en las cantidades que ahora han tenido los últimos alcaldes, realizó un excelente trabajo en esta ciudad, pero lo que Alfonso hizo no es fácil, se necesita tener su carácter, su experiencia y su entrega; y eso no es tan simple como lo ven los noveles empresarios que ahora sienten que deben “sacrificarse” por la ciudad y el estado.

La política es un arte, es cierto, y lo que ellos hacen es un remedo de política. Alfonso conocía la ciudad, las barrancas, las casas de los maestros, a los líderes de las diferentes colonias (sin importar me caigan bien o mal), a los más ricos y a los más pobres, a todos ellos; ya había sido diputado local y había recorrido la ciudad por arriba y por las barrancas, que son otro boleto.

Los fifís, diría AMLO, creen que “ya la hicieron” con sacarse una foto y emitir una frase rimbombante, y que sus amigos en todos lados los reciban con aplausos y agradecimiento; lo que no entiendo es por qué. ¿Cuál sería la razón?, ¿porque son importantes?, porque los manipula la sombra negra de Morelos: Grácula, pero no por eso se les va a recibir bien en Cuernavaca, donde lo que necesitamos es alguien con experiencia, y los pininos que muchos de ellos han hecho en política fue defraudar a las instituciones o hacerse ricos a costa de los demás y están donde están por algo que no es porque sean eficientes.

No es lo mismo sentarse a negociar en un restaurante de lujo, en medio de buenos vinos y buena comida, que en una piedra en una barranca; y hay quienes han sido más hipócritas y, si le busca uno un poquito, sale la realidad del mecenazgo que los impulsó con ejemplos vivos de abusos y malas mañas.

Que me den un contrato o me quiten los impuestos para que haga una inversión no es lo mismo que controlar a un grupo de la delincuencia organizada o conocer el mundo bajo de las adicciones; hay que saber cómo funciona la mafia por debajo de la mesa, ésa que no vemos pero que es la que verdaderamente tiene el poder, la que maneja a las colonias que, nos guste o no, están en manos de la delincuencia, a la que van a enfrentar desde sus vehículos blindados.

No, eso no existe, las buenas intenciones son importantes, pero recordemos los sabios dichos, como el que advierte que el camino del infierno está lleno de buenas intenciones.

La realidad de la problemática de la ciudad no la puede manejar un neófito o quien no tenga la capacidad y el conocimiento de cómo enfrentar lo que no se ve, pero que es lo más peligroso, lo más corrupto y, por ende, lo más difícil.

Eso no se da en los restaurantes selectos, ni se consigue como un contrato para hacerse más rico, ni se realiza estafando con piel de oveja; no, eso se da en su sub mundo que, quienquiera sea la autoridad, debe de conocer y deberá enfrentar; no es un negocio en el que pongo más dinero y sale adelante. No, no es así, para eso necesitamos experiencia y capacidad, honradez de a de veras, no de nombre. Hay que revisar qué han hecho los aspirantes y cómo lo han hecho; si les rascamos un poquito encontraremos cómo llegaron a donde están o por qué tienen lo que tienen.

No nos vayamos con la finta, necesitamos a alguien que inicie el levantamiento de la ciudad; y no lo podrá hacer en sólo tres años, pero hay que iniciar un proceso de desarrollo sin ataduras de los compromisos del pasado, sin la sombra negra que ya nos saqueó en seis años pasados, y empezar una nueva historia; pero, para ello, hay que saber hacerlo y no sólo tener las ganas, la pose y el dinero. Se necesita mucho más, algo que no es fácil: conocimiento y verdaderas ganas de servir, no de servirse. ¿No cree usted?

Por Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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