Cuernavaca, MORELOS.- En la calle Suspiro, de la colonia Puente Blanco de Jiutepec, muchas niñas y niños no regresaron a la escuela, no porque no quisieran sino porque no cuentan con recursos ni  herramientas tecnológicas para hacerlo.

 A pesar de que autoridades buscaron facilitar el regreso a este ciclo escolar, poniendo a disposición programas educativos a través de televisión abierta, radio e internet, hay familias que ni con eso pudieron iniciar el ciclo escolar 2020-2021.

Diario de Morelos visitó esta calle, ubicada a espaldas de Bomberos de Civac, encontrando a varios pequeños que no pudieron iniciar sus clases.

A lo largo de esta calle, aún sin pavimentar, existen decenas de casas humildes en las que habitan personas en condiciones de pobreza extrema. 

La mayoría de quienes ahí viven se dedican a la venta de flores o limpiando parabrisas en los cruceros que están a lo largo de bulevar Cuauhnáhuac.

Al cuidado de la abuela

María de la Luz Ramírez es una abuelita que vende rosas y tiene a su cuidado a sus tres nietos Marco, Saul y Chucho. En su casa no cuenta con internet, ni radio, una televisión análoga que no usa. 

Los pequeños, en lugar de estar atentos a las clases a distancia, jugaban con cajas de cartón que les regalaron y venderán para obtener un ingreso.
        

Todos trabajamos

Marisol López tiene cuatro hijos, de 11, 7, 4 y 1 años de edad, tres de ellos en edad escolar. Ninguno de sus pequeños regresó a clases.

Compartió con Diario de Morelos que su teléfono celular no sirve, por lo que perdió toda manera de inscribir a su hijo mayor a la secundaria, habría sido su primer año. Su hija de siete años pasó a segundo se primaria, y al  pequeño sí lo pudo inscribir en el kínder, pero en ambos casos no tiene comunicación con las maestras.

“Es difícil, porque en casa solo hay una televisión y para poderla ver contratamos Sky, pagamos 209 pesos por mes, cuando se puede pagamos. No tengo celular y tampoco internet”, comenta.

Tampoco pueden pasarse todo el día en la casa, deben salir a trabajar limpiando parabrisas.

 

Vivimos al día

Antonia Crescencio es una joven mamá de 23 años y tiene dos hijos, uno de 6 años y otra de 4 años. Ellos no regresaron a clases virtuales. Lamenta que sus pequeños pierdan la oportunidad, por ahora, de aprender a leer y escribir. Ella, al igual que el resto de su familia, vende flores en los cruceros.  

Por: Marcela García / marcela.garcia@diariodemorelos.com

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