LO SUCEDIDO la tarde-noche del jueves en Culiacán, aun a unos mil 300 kilómetros de Morelos, impone acá una reflexión respecto de lo que hacen las autoridades de gobierno, los delincuentes y el pueblo.

El acorralamiento de la fuerza pública a Ovidio, hijo del “Chapo” Guzmán, en plena capital de Sinaloa y su posterior liberación deja mal paradas a las autoridades, “engalla” a los delincuentes y el pueblo queda inerme.

Estos hechos, además, ponen una oscura etiqueta de incertidumbre sobre la estrategia nacional de seguridad, un luminoso cartel de malos   impunes y para la sociedad un claroscuro mensaje de lo que viene.

CON TODO y sus casi 720 muertes dolosas (alias, no accidentales) en lo que va del año, Morelos no es Sinaloa, Guanajuato, Guerrero o Tamaulipas, pero hace pensar el destino potencial para esta tierra.

De alguna manera, en Morelos hay un reconocimiento de que resulta necesaria la intervención de las fuerzas federales para enfrentar a las bandas criminales, y que la Guardia Nacional es nuestra esperanza.

Es decir, no hemos llegado siquiera a la probabilidad de que toda la fuerza federal enfrente aquí al crimen organizado… y en caso de que llegáramos, con esa estrategia el resultado sería de pronóstico reservado.

MÁXIMAS DE estos tiempos como “requetebién”, “pueblo bueno” y otras entran en camino tortuoso ante la necia realidad, que va más allá de la retórica… y en Morelos se espera que esa estrategia devuelva la paz.

Hasta ahí lo que hace la autoridad, mientras lo que hace el delincuente es lo mismo, su naturaleza, pero pleno de convicción y perfeccionando de a poco los desafíos que le impone una autoridad que parece un paso atrás.

Y a la sombra de la delincuencia en Culiacán probadamente bien organizada, se multiplica la de tipo común, morrallera, vulgar, que en el mejor de los casos no quita la vida, “sólo” los bienes y la salud emocional.

MÁS ALLÁ de militancias partidistas en particular o ideológicas en general, el episodio de Culiacán 17 de octubre le deja una nota de  incertidumbre e indefensión al grueso de la sociedad, por allá y por acá.

Por E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1

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