Los funcionarios encargados de la seguridad les echan la bolita a los empresarios, pero éstos se las regresan. La seguridad no es su responsabilidad, contestan. Y desde luego les asiste la razón. Pagan impuestos, entre otras cosas para que el gobierno los cuide… pero éste los ha descuidado. Comandante de la 24ava. Zona Militar, el general Armando Gómez Mendoza lamentó que ningún empresario de Cuernavaca ha manifestado interés por sumarse al proyecto de seguridad que les ha propuesta la entidad militar radicada en Cuernavaca. Instalar cámaras de video vigilancia en las entradas de cada establecimiento (antros, restaurantes, etc.) y conectarlas al centro de operaciones de la base castrense de Buenavista parece buena idea, sí, mas el deber de la seguridad no dejaría de corresponder al estado, no a la sociedad. Reunidos dirigentes de organizaciones de la iniciativa privada con mandos de la Comisión Estatal de Seguridad (CES), Harry Nielsen León, de la Canirac, subrayó un acuerdo de empresarios para mantener la confianza en las autoridades… pero siempre y cuando las autoridades recuperen la confianza de los empresarios. Dijo y puso el dedo en la llaga: no hay falta de voluntad, lo que hay es falta de confianza y temor de ser objeto de represalias en caso de hacer alguna denuncia. Presidente del Consejo Coordinador Empresarial, el pronunciamiento de Ángel Adame Jiménez fue en la misma ruta: los empresarios sostendrán su disponibilidad a participar pero, dada la urgencia que amerita la situación de inseguridad, no dejarán de demandar a la autoridad resultados en el corto plazo. En el mismo tono les cantó Antonio Sánchez Purón, de la Canaco: lo más importante para que la estrategia funcione es que haya confianza en las fuerzas policiacas. Precisamente lo que no hay. Denuncias, ha pedido el mando estatal del gobierno a quienes sean víctimas de extorsiones, pero sin garantizar la integridad física de los denunciantes. Un callejón, pues, hasta ahora sin salida en la carrera siniestra que van ganando los malos y perdiendo los buenos, de estrategias fallidas por parte de la CES y el caso específico que ha trascendido los límites de Morelos: la chica asesinada en el bar de Paseo del Conquistador era sobrina del obispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, y de acuerdo a lo dicho por éste en su homilía del domingo, también era su sobrina una muchacha que murió en la misma balacera… Los pronunciamientos contra la inseguridad pública están en la calle, las oficinas, los talleres, los mercados. De eso y de pocas cosas más se platica en las sobremesas de las cenas y las comidas familiares. En voz baja, por precaución quizá exagerada pero comprensible, las conversaciones versan sobre extorsiones, robos a casa habitación y de coches… y asaltos a cuentahabientes en la constante que lleva años y no cesa. Se ha dicho hasta el cansancio, pero los banqueros fingen demencia. Corresponsables de la seguridad de sus empleados y sus clientes, los dueños de los bancos, que son mayoritariamente extranjeros, son también parte del problema. Pero autoridad alguna osa molestarlos, ni federal ni estatal; avaros, codiciosos, invierten poco y ganan mucho, no gastan en seguridad, así que policías armados no hay en los bancos. Cuando les roban dinero los banqueros no pierden: están asegurados. Contratan poco personal, lo explotan, son negreros, les prohíben que formen sindicatos. Las cajeras (os) no se dan abasto, apenas acaban de atender uno y ya se acerca otro cliente. Entregan sumas grandes de efectivo delante de todos, así que muchos los ven. Variada la gama de personas en las áreas de espera, hay señoras y señores, jóvenes y viejos, empleados y dueños de negocios, clientes habituales que saludan por sus nombres al personal. Gorras y lentes oscuros están prohibidos. ¿Y de qué sirve? Desprevenido, el objetivo es interceptado cerca del banco si caminando se dirige a abordar su automóvil, o seguido cuando ya conduce y lo sorprenden cuadras adelante. La víctima rara vez se resiste, paralizado de miedo por las armas y las órdenes con palabras groseras de los asaltantes que le arrebatan el dinero, huyen en un vehículo usualmente con reporte de robo y nada han podido hacer los testigos para evitar el atraco, pues temen por sus vidas, sólo llamar al 911 y consolar al señor asaltado. Sucede frecuentemente, y es común que ocurra los fines de semana cuando tanta gente necesita efectivo para hacer pagos. Y las preguntas de hace mucho tiempo ya: ¿hay empleados de bancos y policías coludidos con bandas dedicadas a este tipo de atracos? Antes de que entren a trabajar en uno, ¿los empleados bancarios son investigados? Cuando son contratados, ¿además de la típica solicitud de empleo presentan constancias de no antecedentes penales? Y una que últimamente se hace cada vez más la sociedad morelense: si el comisionado de Seguridad Pública, vicealmirante José Antonio Ortiz Guarneros, no puede, ¿ha pensado en renunciar?.. (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp