Jorge Alberto Plascencia, coordinador de la Policía Federal (PF), admitió: “los delincuentes tienen la sorpresa de su mano, y nosotros hacemos nuestras acciones de disuasión y prevención del delito”. Se refirió a la zona de las lagunas de Zempoala. Agregó: “debemos estar siempre alertas y en esa área hemos reforzado sobre todo en horas de la noche”. De hecho, ahí el reforzamiento de la vigilancia debe ser permanente, como insistente es el clamor de lugareños bien portados de que los federales y los militares siempre estén. En este tema los comentarios del columnista han sido recurrentes, como reincidentes son los ataques de criminales. Trampa letal, el tramo Zempoala de la carretera federal Cuernavaca-Toluca es uno que al cabo de los años ha cobrado cientos de vidas, asesinadas la mayoría y accidentadas las menos. Sin embargo, su subsistencia no se explica sin la omisión de la autoridad. Las bandas de salteadores de caminos que operan son de tercera generación. Impunes los más y apresados de vez en cuando los menos roban, matan, vejan, asustan. Cueva de lobos apenas se oculta el sol, sinuosa la carretera bordeada por el bosque espeso, en el atajo a la capital mexiquense transitan transportes de carga, de pasajeros y automotores particulares. Evitan la ida a la Ciudad de México, ahorran tiempo pero ponen en riesgo sus vidas. Lo sabemos los de Cuernavaca, la gente decente de Huitzilac, los prudentes de Tres Marías tampoco se atreve a cruzarlo de noche y a quienes lo ignoran o conscientemente deciden retar a la suerte su osadía puede costarles la existencia. Listos los depredadores para caer sobre sus presas,  se agazapan en medio de la oscuridad y la soledad de la selva; se desplazan armados, ponen piedras o troncos en la carretera, emboscan a hombres y mujeres, les roban cuanto de valor llevan y muy seguido matan. La gente de Huitzilac los conoce pero no los delata, por seguridad. Regularmente los policías brillan por su ausencia, visibles los de la Federal de Caminos extorsionando a camioneros y conductores de vehículos particulares en el crucero de Tres Marías, casi siempre ausentes los gendarmes de la Comisión Estatal de Seguridad Pública e insuficiente el número de elementos municipales. Cuando llegan al escenario del atraco es demasiado tarde, los malhechores han desaparecido y, si vivas salieron, las víctimas pasan por el otro calvario de la declaración ministerial, el reporte de los celulares robados, la frustración de que no recuperarán los objetos y el dinero perdidos y el coraje de que los asaltantes no serán encarcelados. Si el bosque y las lagunas hablar pudieran, contarían historias espantosas. Una entre tantas: De terror fue la noche del segundo domingo de julio de 2016 para tres mujeres, madre e hijas, atacadas sexualmente por un grupo de dementes encapuchados en las cercanías de la laguna principal, dos heridas a balazos, una muerta y el novio de ésta desaparecido cuando iban de regreso a su pueblo del estado de México tras disfrutar una fiesta familiar en Cuernavaca. Más: en julio de 2011, en el tramo siniestro fue asesinado por sujetos desalmados el comunicador y catedrático de la Universidad Iberoamérica de la Ciudad de México, José Manuel Vargas Reynoso, y lesionada su acompañante Daniela Huda Tahrumi Navarro. Cierta madrugada de enero de 2012, un cuarteto de trabajadores de Nissan Mexicana salió de Toluca rumbo a la planta de Civac pero fue interceptado por una camioneta cuyos ocupantes los mantuvieron secuestrados durante catorce días. Provenientes de pueblos mexiquenses que colindan con suelo morelense, familias de “barbacolleros” que los fines de semana vienen a Cuernavaca para vender pueden hablar. Dos de cada tres coinciden: “A nosotros ya nos tocó”. De vuelta a sus comunidades, llevan el efectivo de la venta, los salteadores lo saben y los dueños de los puestos de barbacoa pagan la cuota de la impunidad. Secuestrados el domingo antepasado en Ocuilan, estado de México, los tres jóvenes que venían a Cuernavaca para atender un negocio callejero de barbacoa en cierta forma son afortunados, pues viven para contarlo. Trabajo de inteligencia de policías de investigación de Morelos y la entidad los ubicó en Temixco y los rescataron, el miércoles. Fue así que la PF anunció el reforzamiento de recorridos. Pero persisten historias que no es igual imaginarlas que atestiguarlas, y peor aún, protagonizarlas; si hablar pudieran los árboles, las cañadas y la maleza gritarían que el único antídoto para que no sigan repitiéndose es la prevención del delito, permanente, ininterrumpida, llueva o truene, de día y de noche, patrullando ida y vuelta las corporaciones policíacas estatales y federales encargadas de la prevención y haciendo trabajo de inteligencia la Policía de Investigación Criminal de la Fiscalía Estatal. ¿Pueden?.. (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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