Levantados los cuerpos de las personas del campo donde murieron, el dolor de sus familiares se trasladó al panteón, al Ministerio Público y a la oficina de desaparecidos.

 

Ubicar a hermanos, tíos, hijas o esposos, ocupó este lunes a decenas de familias que han ido montando un muro con retratos de los que salieron de casa el viernes y ya no regresaron.

 

 Yonathan y Marco Calva, por ejemplo, dos habitantes del vecino municipio de Mixquiahuala que, desesperados por la falta de combustible para trabajar, fueron a recolectar gasolina en la fuga de Tlahuelilpan.

 

 

 

 

No eran huachicoleros, yo les aseguro que los que hicieron ahí los hoyos, que rompieron ese ducto ya ni estaban, las personas que llegaron son personas inocentes que fueron por pura necesidad", dijo un familiar.

 

 

 

 

 Y mientras unos buscan, otros despiden, más de 100 personas llenaron la iglesia de Tlahuelilpan en una misa de cuerpo presente. Cinco ataúdes y una urna fueron acomodados al pie del altar donde el obispo de Tula, Juan Pedro Juárez, ofició la primera de dos misas para difuntos programadas este lunes y de ahí al panteón del municipio, donde se dieron cuatro entierros al mismo tiempo; dolor multiplicado como sucedió ayer, como seguramente pasará mañana.

 

 

Tlahuelilpan continúa sacudido y aunque busca con afán reponerse, un panteón repleto por segundo día consecutivo y sin capacidad para enterrar a más personas, y por lo menos 120 personas entre heridas y desaparecidas, lo ponen lejos de la normalidad.

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