Poco civismo, como el que hemos percatado en algunas gasolineras del país, es similar a lo que Morelos esta viviendo en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.

Las diferencias entre el gobierno estatal con los diputados locales ha sido tal, que tuvo entrampado el primer alto de colaboración entre poderes, como lo fue la aprobación del Presupuesto de Egresos de 2019; lamentablemente el bloque mayoritario de diputados de Morena (uno de los partidos que postuló al entonces candidato Cuauhtémoc Blanco) no apoyó el proyecto de su propio Gobernador, siendo este un instrumento esencial para poder iniciar un cambio al desastre administrativo que recibió del gobierno perredista.

Es natural observar diferencias entre las visiones de proyecto que se tienen entre los partidos políticos y lo normal es que éstas se discutan en foros y en el propio congreso, pero lo que si resulta incomprensible y sumamente preocupante, es encontrarnos con desencuentros entre representantes populares que vienen de la misma alianza política que la gente mayoritariamente votó.

Debemos ser enfáticos, a la ciudadanía no le interesan los motivos de los desencuentros; si ellos emitieron su voto por esos partidos, era para que tuvieran la facilidad de una mayoría en el congreso, de las alcaldías y la gubernatura para dar resultados de manera rápida.

No hay entonces pretexto alguno que valga para seguir observando pleitos entre ellos mismos, que nada están dejando a los morelenses. Como parte de una alianza que estuvo en las boletas electorales, tienen la responsabilidad de generar acuerdos entre ellos mismos y la obligación de darle resultados a los morelenses.

Es un buen momento de bajar los niveles de adrenalina entre el gobierno estatal y los diputados de Morena, los tiempos obligan presurosamente a sentarse a delinear una agenda de temas de atención prioritaria, sin que eso distraiga el compromiso adquirido de cero impunidad a quien tanto daño le hizo al estado y a sus finanzas.

Es real que algunos ex funcionarios que tanto daño generaron con su desempeño, comienzan a sentir un ambiente cómodo para volverse a placear por la entidad (aunque ahora con mas glamour) y entre más pase el tiempo sin resultados ni justicia, el costo estará abundando en el gobierno de Blanco y en el hígado de los morelenses.

Por eso es importante se convoque a un gran acuerdo entre el Legislativo y el Ejecutivo para poner sobre la mesa una serie de reformas y acciones de gobierno, para sacarlos adelante; un acuerdo que sea un paso hacia generar confianza y entendimiento entre poderes y demos hacia el exterior, una señal inequívoca que en Morelos se tienen los tamaños para avanzar ante la complejidad.

De nada nos van a servir los protagonismos mediáticos o las acusaciones, es más, la gente está cansada de ver esos desaseos entre los políticos.

Como lo escribía Giovanni Sartori “El líder moderno, más que transmitir mensajes, es el mensaje”. Es momento de dejar atrás las campañas, dimes y diretes; los tiempos comienzan a pedir resultados. ¿Cuánto más?

 

Por: Guillermo Amerena Betancourt

amerenaguillermo@gmail.com

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