Una diminuta puerta ubicada al lado izquierdo de la Capilla Abierta de la Catedral de Cuernavaca conecta dos tiempos, el tecnificado y acelerado siglo XXI, con el silencioso y conventual siglo XVI.

Época de la consolidación de la conquista territorial y espiritual de las antiguas poblaciones, e inicio de la construcción del complejo arquitectónico del espacio eclesiástico que ha cedido unos 300 metros cuadrados para el Museo de Arte Sacro.

El espacio cultural fue "levantado" literalmente en el traspatio del recinto religioso, entre los gruesos muros que delimitan la Capilla Abierta, el Claustro del Convento, el Centro Cultural Universitario y la barda perimetral de la avenida Morelos.

Una moderna estructura, a dos pisos, se encarga de dar forma  al museo en el interior, con un techo en forma de paraguas, que no toca los muros recimentados y restaurados.

El espacio recibe al visitante con una colección de utensilios y ornamentos religiosos; la colección pictórica está dividida por series dedicadas a San Francisco, a la Virgen de Guadalupe, a la Virgen María y a la Resurrección.

La Secretaría de Obras Públicas recibió el proyecto entre los pendientes que dejó la administración anterior; seis años después y un momento álgido que lo tuvo en stand by, está listo para recibir al visitante, en fecha que establezca la administración de la Catedral.

Por Antonieta Sánchez

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