Por estos días, la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de Morelos ha denunciado ante la Fiscalía General del Estado presuntos delitos de crueldad en contra de animales domésticos. Ello tras un reporte ciudadano versus un individuo que macheteó a un perrito llamado “Coffe”, luego de que un pitbull se le escapó a su humano y lo atacó.
Sin embargo, hay otras formas de maltrato a las mascotas, como el hecho de no vacunarlas. Ahora mismo, en el contexto de la Jornada Nacional de Vacunación Antirrábica Canina y Felina, la Secretaría de Desarrollo Humano, Bienestar Social y Educación del Ayuntamiento de Jiutepec encabezado por Rafael Reyes Reyes aplica vacunas a perros y gatos en las 67 colonias y los 4 pueblos del municipio vecino. Puestas ya dos mil 338 el martes anterior, la vacunación cerrará el viernes 30… 
Los perros abandonados, los perritos callejeros, pues, representan actos de crueldad a animales. En México, las perreras están desbordadas, y las autoridades incapaces de frenar la ola de abandonos. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, el nuestro es el tercer país de América Latina en maltrato animal y el primero en perros callejeros. De los 27 millones de mascotas que hay en México, 7 de cada 10 son gatos y perros que se hallan en estado de abandono. Significa que sólo 5 millones 400 mil cuentan con un hogar, mientras que el resto vive en las calles. Peor aún es que la pandemia volvió todavía más vulnerables a estos animalitos, ya que el abandono creció al menos 15 por ciento. En Cuernavaca, pese a no existir un registro exacto sobre la cantidad de perros callejeros, se calcula que por cada siete familias existe un perro en situación de calle. La Fiscalía Ambiental ha detectado una situación de gravedad…
Se le notaba lastimado, no se le veía herido, no sangraba, pero era evidente que sufría. Hacía rato que la noche había envuelto a la plaza ubicada exactamente entre los límites de Cuernavaca y Temixco, los comercios ya estaban cerrados, excepto el Oxxo que baja la cortina un poco más tarde. Lo alcancé a ver echado, pegado a la llanta de un automóvil estacionado. Lo llamé diciéndole cualquier cosa, pero él siguió echado. Le pregunté al vigilante de la explanada de quién era el perrito de estatura regular y colores blanco y negro, más blanco que negro. No supo. El policía privado trajo de la caseta un vaso de plástico con agua y se la ofreció al perrito, acercándoselo al hocico. La bebió de un solo sorbo. Tenía mucha sed. Pensé: “También debe tener hambre”, de manera que entré al Oxxo y le traje una salchicha que más tardé en ponérsela entre los dientes que él en comérsela. Entonces hizo el intento de levantarse, pero no pudo. Lo así con cuidado de los costados, gimió quedito, le dolía y sin embargo hizo un esfuerzo y se levantó. ¿Lo habían atropellado? Nos miró con sus ojos tristes al vigilante y a mí, caminó penosamente, cruzó la calle en dirección a la entrada del fraccionamiento Junto al Río y andando despacio se perdió en medio de la oscuridad. Yo paso a diario por ahí, pero no lo he vuelto a ver. Me pregunto si el perrito de la mirada triste y la piel pintada de blanco y negro vive o muere. Deseo con fervor que viva, y hasta pienso que él merece más vivir que los humanos que “trabajan” como sicarios. El recuerdo de aquella noche tiene que ver con el tema del maltrato a los animales... (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán

/jmperezduran@hotmail.com 

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