Va por México fue un desastre electoral en las pasadas elecciones del 5 de junio, y su siguiente jugada es presionar a Movimiento Ciudadano (MC) para sumarse a su alianza. Días después de las elecciones, Claudio X. González se refería a la frescura y juventud de MC como un ingrediente necesario para la alianza opositora dado que el PRI, el PAN y el PRD ya estaban “muy vistos”. Pero ante rechazo abierto de Enrique Alfaro y Dante Delgado la estrategia de seducción dio un vuelco. En rueda de prensa en Monterrey, además de atacar a Samuel García, Marko Cortés dijo que Morena y MC tienen la misma raíz y el mismo estilo autoritario, y que no de no sumarse a Va por México, MC pasará a la historia como el Judas de la oposición.

A diferencia de los partidos aglutinados en Va por México, MC supo reconocer la nueva realidad política del país. Obrador llegó al poder por el descredito del PRI y del PAN, por lo que astutamente MC optó por ubicarse entre los dos extremos políticos para obtener los votos de los que están inconformes con los partidos tradicionales, pero que tampoco simpatizan con Morena. Tan exitosa fue esa estrategia que aun siendo un partido pequeño han logrado ganar dos estados muy importantes, Jalisco y Nuevo León. En ambos casos se lograron posicionar como una alternativa viable para los votantes que no encontraron representación en los extremos. Es cierto que en 3 de las 6 elecciones que se disputaron este año apenas obtuvieron el 3 por ciento de la votación, pero en Quintana Roo obtuvieron 13 por ciento, y la apuesta es a consolidarse progresivamente.

Para MC hay dos caminos. El primero es seguir como hasta ahora, crecer como partido político y generar nuevos cuadros, con una imagen “fresca” que en el mediano plazo le permita consolidarse como la tercera fuerza política en el país, después de Morena y el PAN. Ello como consecuencia natural del derrumbe del PRI y PRD. Esto colocaría a MC en una posición muy ventajosa en las negociaciones del Congreso, que a su vez le permitiría seguir creciendo y ganando gubernaturas. El segundo es formar parte de una coalición que en el corto plazo podría generarle más espacios políticos de los que podría conseguir individualmente, pero a costa de su crecimiento como partido en el largo plazo, porque se le estigmatizará como parte de de los partidos tradicionales y porque ayudará a la supervivenvia del PRI y PRD. 

Aunque la segunda opción no debería ser atractiva para un partido que piense en el largo plazo, la dirigencia se va a enfrentar a presiones de todo tipo, pero sobre todo a la tentación de las carretadas de dinero que van a fluir por parte de los empresarios cuyos intereses han sido golpeados por la 4T, y que están resueltos a evitar que Morena repita en 2024. A estos empresarios no les importa que la oposición no tenga programa político, o que pierdan su identidad partidista, o que al país no tenga una oposición que sirva como contrapeso al partido hegemónico y garantice una democracia saludable. A los señores del dinero lo único que les interesa es no pagar impuestos y seguir haciendo del país un botín. Así es que MC será un actor clave de cara a la sucesión de 2024, ya veremos si resultan mejores estrategas políticos que los de Va por México.

Por: Cristian Campos Contreras / ccamposcontreras@yahoo.com.mx


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