Probablemente no lo sepas, pero ahora mismo decenas de criaturas microscópicas están escondidas en los poros de la piel de tu rostro, alimentándose del sebo que desprenden. Y por la noche, mientras duermes, pasa algo aún más perturbador: se dedican a perseguirse y aparearse aferrados a tus folículos pilosos, incluidas las pestañas.

Si por casualdiad pensabas que tu cuarto era un lugar aburrido en el que nunca pasa nada, no tienes idea de la 'fiesta' nocturna que te has perdido, incluidos hábitos sexuales poco ortodoxos.

Estos ácaros de apenas 0,3 mm de largo se transmiten durante el nacimiento y son transportados por casi todas las personas, especialmente en la etapa adulta, a medida que los poros se agrandan.

Pero esta particular forma de vida, tan oculta y aislada, les está pasando factura, según concluye un estudio publicado en la revista especializada 'Molecular Biology and Evolution'. La investigación también ha descubierto algunos aspectos del extraño cuerpo de estos seres: por ejemplo, la peculiar disposición del pene de los machos y que están dotados de ano.

Pero lo más importante revelado por la secuenciación del genoma de Demodex folliculorum -nombre científico de estos pequeños seres-, es que se están convirtiendo en organismos tan simplificados que pronto podrían volverse uno con los humanos. Su existencia aislada y protegida en el interior de los poros y la consanguinidad resultante están provocando que se desprendan genes y células innecesarios y avancen hacia una transición de parásitos externos a simbiontes internos (microorganismos simbióticos que necesitan asociarse con otros organismos para desarrollarse).

"Descubrimos que estos ácaros tienen una disposición diferente de los genes de las partes del cuerpo a otras especies similares. Estos cambios en su ADN han resultado en algunas características y comportamientos corporales inusuales", afirma Alejandra Perotti, profesora en la Universidad de Reading (Inglaterra).

Debido a su existencia aislada, sin exposición a amenazas externas, sin competencia para infestar anfitriones y sin encuentros con otros ácaros con genes diferentes, la reducción genética los ha convertido en organismos extremadamente simples con patas diminutas impulsadas por solo tres músculos unicelulares. Sobreviven con el repertorio mínimo de proteínas, el número más bajo jamás visto en esta especie y otras relacionadas.

Esta reducción de genes es también la razón de su comportamiento nocturno. Los ácaros carecen de protección UV y han perdido el gen que hace que los animales se despierten con la luz del día. Tampoco han podido producir melatonina, un compuesto que hace que los pequeños invertebrados estén activos durante la noche. Sin embargo, pueden alimentar sus sesiones de apareamiento durante toda la noche utilizando la melatonina secretada por la piel humana al anochecer.

Apareamiento inusual

Su arreglo genético único también da como resultado hábitos de apareamiento inusuales. Sus órganos reproductivos se han movido, y los machos tienen un pene que sobresale hacia arriba desde la parte frontal de su cuerpo, lo que significa que tienen que colocarse debajo de la hembra cuando se aparean y copular mientras ambos se aferran al cabello humano.

Además, uno de sus genes se ha invertido, dándoles una disposición particular de apéndices bucales que sobresalen más para recolectar alimentos. Esto ayuda a su supervivencia a una edad temprana.

Por otro lado, los ácaros tienen muchas más células a una edad temprana en comparación con su etapa adulta. Esto contradice la suposición anterior de que los animales parásitos reducen su número de células al principio del desarrollo. Los investigadores argumentan que este es el primer paso para que los ácaros se conviertan en simbiontes.

La falta de exposición a parejas potenciales que podrían agregar nuevos genes a su descendencia puede haber puesto a los ácaros en el camino hacia un callejón sin salida evolutivo y una posible extinción. Esto se ha observado antes en bacterias que viven dentro de las células, pero nunca en un animal.

También poseen ano

Algunos investigadores habían asumido que los ácaros no tienen ano y, por lo tanto, deben acumular todas sus heces a lo largo de su vida antes de liberarlas cuando mueren, lo que provoca inflamación de la piel. Sin embargo, el nuevo estudio confirmó que sí lo tienen y, por lo tanto, se les ha culpado injustamente de muchas afecciones de la piel.

"Se ha culpado a los ácaros por muchas cosas. La larga asociación con los humanos podría sugerir que también podrían tener roles beneficiosos simples pero importantes, por ejemplo, para mantener los poros de nuestra cara destapados», señala Henk Braig", de la Universidad de Bangor (Gales).

(Con información de ABC)

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