CUERNAVACA, MORELOS .- Cuando hablaba de sí misma, Marcela del Río se refería a las muchas ‘marcelas’ que había sido en su larga vida; decía que era difícil definirse porque en cada momento de su vida había sido una, sin que una fuera más importante que otra. 

Y, así, fue como la recordaron quienes le rindieron homenaje recientemente en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en un evento organizado de manera conjunta por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la Coordinación Nacional de Literatura y la Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos. 

Aunque en el homenaje los escritores Adolfo Castañón y Ethel Krauze, el director teatral y cineasta Jorge Esma Bazán y la investigadora y docente Niebla Reséndiz, exploraron los muchos rasgos que definieron la personalidad y trayectoria de la homenajeada, los cuatro destacaron con énfasis su profundo don humanista. 

Adolfo Castañón, poeta, narrador y ensayista, la recordó como un paradigma de mujer del Renacimiento, por lo multifacética que fue su trayectoria, y como alguien que “nunca perdió el arte de vivir”. 

Ethel Krauze señaló que Marcela –su amiga-, siempre iba un paso adelante; escribía sobre una variedad de temas y géneros literarios con la capacidad para explorar desde un monólogo, hasta un guion. 

Con gran emotividad, Krauze relató la última llamada que tuvo con la escritora y creadora, en el contexto de la emergencia sanitaria por el COVID-19, aquí en Cuernavaca, y cómo quedaron de verse para terminar una conversación que quedó inconclusa. 

Jorge Esma la definió como una mujer “profundamente fuerte, progresista, visionaria, rebelde e incansable”. Alguien que nunca participó en política, pero que fue “profundamente política”; alguien cuya principal virtud fue su sensibilidad y especial comunicación humana. 

La investigadora y docente Niebla Reséndiz señaló: “Lo primero que conocí de ella fue su increíble espíritu de generosidad. Ella compartía todo, nos abría las puertas de su casa y de su biblioteca, nos prestaba libros, y después de clases, nos invitaba a su casa a seguir conversando de literatura. Era el tipo de profesora que le gustaba reclutar gente que le apasionara la escritura”. 

Por: ANTONIETA SÁNCHEZ / antonieta.sanchez@diariodemorelos.com 

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