El serbio Novak Djokovic fue finalmente deportado de Australia después de que tres jueces de la Corte Federal confirmaran por unanimidad la decisión tomada el viernes por el ministro de Inmigración, Alex Hawke, de cancelarle la visa por motivos de interés público porque no está vacunado contra el Covid-19. Djokovic dijo que estaba “extremadamente decepcionado” por el fallo, pero lo respetó.

 

Mejor hubiera sido que respetara las leyes australianas que prohíben la entrada al país a cualquier persona que no demuestre estar vacunada contra la enfermedad que, de acuerdo con el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME), hasta ayer 17 de enero, había causado la muerte de 12 millones 795,665 personas alrededor del mundo.

 

El tenista número uno del mundo llegó a Australia el 5 de enero amparado por una dispensa médica que recibió el 30 de diciembre del director médico de Tennis Australia que consideró que no tenía que estar vacunado porque se había recuperado recientemente del COVID.

El problema es que dicha dispensa no siguió los lineamientos que el ministro australiano de Salud, Greg Hunt, le envió en noviembre al director del torneo abierto de tenis en donde enfatizaba que el haber enfermado de Covid en los pasados seis meses previos al evento no exentaba de estar vacunado a ningún jugador.

El deportado deportista se manifestó abiertamente contra la vacuna el pasado mes de abril cuando declaró: “Personalmente, me opongo a la vacunación, y no me gustaría que alguien me obligue a vacunarme para poder viajar. Pero si se vuelve obligatorio, ¿qué pasará? Tendré que tomar una decisión. Tengo mis propios pensamientos sobre el asunto, y si esos pensamientos cambiarán en algún momento, no lo sé”.

Su mal informada decisión ya le costó caro. Para empezar no recibirá los 2.75 millones de dólares que muy probablemente se hubiera metido al bolsillo al ganar el torneo. También se quedó con las ganas de ganar su 21° Grand Slam y ahora deberá esperar hasta el Abierto de 2025 porque por haber sido deportado no podrá entrar a Australia durante los próximos tres años.

Personas como Djokovic son admiradas por millones de personas. Son atletas que por su disciplina y dedicación logran triunfar y ganar millones de dólares cada año. Pero sin sus seguidores que los ven en los estadios y en la televisión, no obtendrían esos ingresos ni serían los beneficiarios de contratos publicitarios multimillonarios, por ejemplo. Por eso el serbio y muchos otros deportistas que se rehúsan a ser vacunados y, peor aún, se manifiestan abiertamente contra las vacunas, deberían pensar el gran daño que causan a sus admiradores que imitan sus conductas.

¿Cuántas personas no se vacunaron por el mal ejemplo que han dado estos deportistas? ¿Cuántas murieron? Seguramente bastantes.

 

Los problemas del serbio no se acabaron con su deportación.

 

Ayer 17 de enero, el gobierno de Francia dijo que ni él ni ningún otro atleta podrá participar en un evento público, lo cual lo dejará fuera del torneo Roland Garros. También ayer 17 de enero, su patrocinador Lacoste anunció que quiere revisar con él los eventos de Australia, revisión que de no satisfacer a esa empresa podría significar el fin del patrocinio que le dejó 9.4 millones de dólares el año pasado.

Por: Eduardo Ruiz-Healy

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