Al contrario sobre lo que se esperaría, los volcanes no ayudan al calentamiento global, por el contrario lo enfrían.

Las recientes erupciones en la isla de la Palma han destapado preguntas sobre las afectaciones de los volcanes en el calentamiento global.

Con hipótesis basada en nuestra lógica, podríamos pensar que dado que los volcanes expulsan materiales incandescentes desde su interior hacia la tierra, la temperatura de esta aumentaría. Sin embargo estudios científicos prueban que las sustancia emitidas por los volcanes tienen un efecto completamente opuesto a lo esperado, y en lugar de calentarlo, lo enfrían.

Alan Robock de la Universidad de Maryland, explica que en el proceso de expulsión el volcán no solo lanza roca fundida, entre los materiales importantes hay gases que son liberados a presión en nuestra atmósfera, y llegan a alcanzar alturas kilométricas.

En una de las erupciones volcánicas más grandes del siglo XX, en el Monte Pinatubo, hubo una liberación de 20 millones de toneladas de dióxido de azufre que alcanzaron los 32 km, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos.

Para poder entender el impacto que esto ocasionó en el ambiente, Robock en su estudio demuestra que los productos de azufre liberados por el volcán, forman aerosoles en la atmósfera, que a su vez generan un tipo “velo” que cubre la tierra y es capaz de reflejar y crear un "rebote” al espacio de las radiaciones que provienen del sol, incluyendo la luz.

Por ello después de la erupción del Monte Pinatubo en 1991, la tierra redujo su temperatura 0,6 °C.

El mismo efecto meteorológico ocurrió con la explosión del Tambora en Indonesia en 1815, cuando este liberó de igual manera toneladas de polvo de azufre que se extendieron por todo el planeta, y provocaron un hecho histórico conocido como “el año sin verano”, ya que las temperaturas se desplomaron y llovió durante meses sin pausas. La catástrofe fue la causante de la hambruna en Europa llena de enfermedad y miseria, ya que no había posibilidad de cosechar.

Por otro lado estos gases pueden ser acreedores de generar lluvia ácida y destruir el ozono, ya que el dióxido de azufre reacciona con el oxígeno y otros gases que se encuentran a gran altura, causando el ácido clorhídrico y ácido sulfúrico.

Aunque no es conveniente que se contribuya a la destrucción del ozono, las emisiones de los volcanes no se comparan con las cifras de CO₂ que generan las actividades humanas y son culpables del actual cambio climático.

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