Al ser los alcaldes la primera autoridad con responsabilidad ejecutiva ante la población, la pandemia del Covid-19 colocó a Antonio Villalobos Adán en la situación más complicada que históricamente hayan enfrentado los presidentes municipales de la capital morelense. Hoy mismo, los cuernavacenses mayores de 60 años aguardan la aplicación de la vacuna, ansiosos, inconformes ante la lentitud del avance del Programa Nacional de Vacunación. A Temixco, Jiutepec, Cuautla, Tepoztlán, Temoac y Zacualpan de Amilpas ya llegaron las primeras dosis, pero pocas, calculadas apenas unas 50 mil personas de los casi dos millones de habitantes de Morelos. Insuficiente en México el número de dosis del antígeno por cuestiones de logística o entregas incumplidas en tiempo y forma, se ha generado una situación de reclamos de gobernadores que no se da en Morelos por incapacidad o indiferencia. A un año del arranque de la pandemia, la luz del túnel oscuro, tétrico, ominoso, aún se ve lejano. En Cuernavaca, el alcalde Villalobos capotea la parte que le toca en el vendaval. Ante la proximidad de la Semana Santa, exhorta a la población a no bajar la guardia, a que todos acaten las medidas sanitarias. El secretario de Desarrollo Económico y Turismo, Andrés Remis Martínez, señaló que a partir de ayer empezarían a llegar los turistas de Semana Mayor. ¿Cuántos? Seguramente miles, la mayoría chilangos, no obstante la recomendación reiterada por parte de Claudia Sheinbaum, de que no salgan de casa, que mantengan la sana distancia y el confinamiento. De lo que se trata aquí y dondequiera es evitar un repunte de la enfermedad, como sucedió luego de las fiestas de diciembre. Lo que es muy posible, hecha la advertencia por el titular del Órgano de Operación Administrativa Desconcentrado del IMSS en Morelos, José Miguel Ángel Van-Dick Puga. El delegado, pues, quien lamentó que en los últimos días aumentó la movilidad de personas, “lo que es una situación preocupante ante la posibilidad de un nuevo repunte de casos de Covid-19”. El mismo temor a una nueva andanada del cólera virus que reportan en ciudades igualmente turísticas como Acapulco y Zacatecas, por citar sólo dos. Con las variantes del caso, Cuernavaca reedita el ambiente previo a la Semana Mayor. Antes de que aterricen las quincenas en las tarjetas de débito, muchos ya salieron de vacaciones y otros esperaran el momento para desafanarse. Los que tienen alberca pretextan “no estamos” (dices que sí estás y te cae la marabunta de invitados espontáneos, dispuestos al saqueo de los refris y el bar) y los que no, también procurarán guarecerse ante la invasión mayoritariamente de capitalinos. Para viajar en Semana Santa, Solamente estando locos. Salen los obligados a visitar parientes que viven en latitudes lejanas, los urgidos de áreas abiertas y verdes, los que sobreviven en la estrechez del departamento de interés social, el infierno de las grandes ciudades y el hacinamiento urbano. Pero los chavitos están de asueto y desde el primer día de la Semana Mayor se ponen histéricos. Les urge que los lleven a la playa de perdida al balneario. Por fortuna, de éstos tenemos en Morelos para dar y prestar, desde el balneario rústico para los que gustan del turismo ecológico hasta los juegos acuáticos para los masoquistas que disfrutan de la adrenalina, lanzados desde lo alto del tobogán largo y sinuoso donde viven la emoción fugaz de sentir que se les botan las canicas de los ojos. O las carreteras congestionadas de sur a norte y de este a oeste, circulando a paso de tortuga carros, camionetas, autobuses, tráileres y camiones cargueros que suman cientos de miles. O los atorones en los retenes policíacos de los operativos semansanteros en el Morelos inseguro y violento donde la calaca no descansa ni en Semana Santa… (Me leen después).

Por José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 

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