Se requiere un Congreso sin bandidos 
y una administración pública sin aves de rapiña. 

Íngrid Betancourt,
política colombiana-francesa.

En los polvorientos archivos de Morelos todavía quedan algunas evidencias de una historia no lejana, pero que por su maloliente contenido se le quiso sepultar. 

Fue algo así como un “remate de fin de temporada” al cierre de la administración estatal que encabezó Sergio Alberto Estrada Cajigal Ramírez, lo que otros llamarían el superbono del “Año de Hidalgo”. 

Se trató de una maniobra de gobierno que fuera de toda normatividad oficial pudo generar entre 150 y 200 millones de pesos de beneficios por la expedición y asignación de 3 mil 86 juegos de placas para taxis.    

Entre el 5 de julio y el 30 de septiembre de 2006, los últimos tres meses del gobierno de Estrada Cajigal, se puso cuasi en venta al mejor postor la oportunidad de prestar servicio de transporte público sin itinerario fijo. 

De acuerdo con documentos oficiales, no había condiciones para el otorgamiento de las placas de taxi: seis meses antes el mismo gobierno estatal argumentaba: “En la actualidad, prevalece la saturación del servicio de transporte...”.

Además: “El Poder Ejecutivo estima conveniente continuar con la suspensión de expedición de nuevas concesiones (para taxi), por lo que es necesario prorrogar por el término de un año más la vigencia de los acuerdos (no entregar más concesiones).” 

Pero no se respetó el plazo de un año, pues medio año después con base en un estudio fantasma resultó que faltaban más de 3 mil matrículas de taxi en 18 municipios. 

Antes cotizado en el mercado negro en promedio de 150 mil pesos cada juego de placas, el “remate de fin de temporada” con Estrada Cajigal supuso la entrega de cada juego de 50 mil pesos para arriba, según el cliente. 

Germán Castañón Galaviz, secretario de Gobierno, y Enrique Antúnez Angulo, director de Transportes, fijaron 10 días para revisar y aprobar o descartar a más de 3 mil aspirantes ¡uno cada dos minutos! 

Hubo funcionarios públicos beneficiados, prestanombres de líderes del transporte, amigos que captaron hasta tres juegos de placas cada uno, y se inundaron las calles de taxis, principalmente de la zona metropolitana de Cuernavaca. 

LA METROPOLIZACIÓN DE TAXIS, EL COLMO 
Como si no fuera suficiente el negocio de las concesiones de taxi, a tres días de concluir su administración Estrada Cajigal dio un estoconazo más al servicio del transporte público sin itinerario fijo al romper la jurisdicción de operación en los municipios de Jiutepec, Zapata, Temixco, Cuernavaca y Xochitepec.

De esa manera todos los taxis de estos cinco municipios podrían levantar pasaje en cualquiera de los mismos y ya no sólo al que pertenecían. El pretexto fue que eran incontrolables. 

Prometía, además: “… se diversificará la oferta de servicio, lo que conducirá a una competencia por el pasaje que necesariamente significará una reducción en las tarifas aplicables”. 

Las tarifas no bajaron, sino por el contrario, con menos oportunidad de levantar pasajeros, los choferes con dos o tres servicios buscaron completar la cuenta, además de que se dio pie a que 2 mil 265 taxis más se concentraran en la zona conurbana, aparte de los preexistentes. 

Dos meses después, ya en la nueva administración estatal, el gobernador Marco Antonio Adame Castillo reconoció “Que en la actualidad, prevalece la saturación del servicio público de transporte… 

“…transitar en las vialidades de manera ágil, objetivo se ha visto afectado por la circulación de un alto número de vehículos de transporte, situación que tiene origen en el elevado número de concesiones que fueron autorizadas en años anteriores”. 

El negociazo millonario estaba consumado, el daño, hecho, y hoy Estrada Cajigal amenaza con regresar... 

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