De pasadita a la CDMX, el presidente Andrés Manuel López Obrador paró brevemente en el restaurante “Cuatro Vientos” de Alpuyeca para disfrutar una cecina, anteayer. Venía de Iguala, por el aniversario 200 de la promulgación del Plan de Iguala y el Día de la Bandera, a cuya ceremonia invitó a su similar argentino, Alberto Fernández. Coincidentes las ideologías de ambos mandatarios, sus discursos enfatizaron la figura de la patria grande, intercambiaron halagos y por primera vez en una ceremonia oficial del gobierno mexicano Andrés Manuel alabó la memoria del “Che” Guevara, de quien citó, textual, arrojo y valentía… De los antojitos mexicanos AMLO es un buen publicista: la birria de borrego y los tacos envenenados, de Zacatecas; la birria tatemada, de Aguascalientes; la carne asada, de Sonora; los “burritos”, de Chihuahua… El paso de AMLO por suelo morelense da pretexto para el tema que conjugo en tiempo presente. En enero de 2017, las vacaciones del columnista en la Argentina me llevan a la ciudad de Rosario. Leo un letrero en la intersección de las calles Entre Ríos y Urquiza del centro histórico que dice: “Casa natal del Che Guevara”. Paso por ahí en automóvil un mediodía, volteó a mi derecha, levanto la vista y alcanzo a ver la punta del edificio de estilo neo francés coronado por la que desde abajo identifico como una de esas pizarras que ya he observado en el barrio Recoleta de Buenos Aires. Fugaz el vistazo, debe serlo porque mis acompañantes y yo estamos retrasados, no tenemos tiempo para detenernos. El verano argentino debería estar matándonos de calor que gracias a Dios aligera un chipi-chipi. Sin embargo, pocas horas pasarán para que la radio y la televisión avisen que una sucesión de tormentas torrenciales ha inundado un trecho grande de la autopista que el día anterior me llevó de la capital argentina a la ciudad natal del Che. El señalamiento de la fachada informa que en un departamento de ese edificio nació el niño Ernesto Guevara de la Serna, y la versión entre rosarinos detalla que su mamá Celia De la Serna lo parió en una clínica de la esa ciudad y vivió unas semanas en el dicho edificio. Embarazada de ocho meses, Celia y su marido Ernesto Guevara Lynch viajaban en barco por el río Paraná desde la provincia de Misiones hacia Buenos Aires, pero con lo que no contaban fue que la agarraron los dolores de parto y tuvieron que desembarcar en Rosario. Diez minutos bastan para que Marcelo Turcato, primo de mi mujer Stella, nos ponga en su Renault frente al Monumento Nacional a la Bandera, a orillas del Paraná, en donde el general Manuel Belgrano enarboló la bandera albiazul. Librada por los hombres de Belgrano una batalla crucial de la guerra por la independencia del país hermano en la explanada del Parque Nacional de la Bandera, los rosarinos le adjudican al futbolista Lionel Andrés Messi –quien también vio la luz primera en Rosario– la propiedad de un restaurante ubicado a tiro de piedra sobre el lomo de una colina. Capturado El Che por el ejército de Bolivia y ejecutado por una orden de la CIA el 9 de octubre de 1967 en un aula de la escuela de la comunidad serrana La Higuera, fue enterrado de manera clandestina en el aeropuerto de Vallegrande, debiendo transcurrir casi tres décadas para que sus restos fueran encontrados y llevados a la ciudad de Santa Clara, Cuba... Dijo el presidente argentino el martes en Iguala: “Por primera vez México en muchos años tiene un presidente con valores morales y éticos como merecen los mexicanos”. Palabras que los periodistas de derecha hicieron arder de coraje… (Me leen después).

Por José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 

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