En una colonia del sur de Cuernavaca, dos hombres y una mujer son sorprendidos por padres de familia tomándoles fotografías a los niños. Se les hacen sospechosos, los embates de la delincuencia los tienen hartos, cuestionan al trío sobre el motivo de su presencia, no les creen que estén ahí “esperando a un amigo”. Furiosos, los jalonean, los golpean, pero por fortuna la llegada de una patrulla del mando único evita el linchamiento. Sucedió en noviembre de 2017, fue algo parecido a un incidente en septiembre de 2011 en el pueblo de Atlaholohaya: Padres de familia observan a una sesentona que merodea en la escuela. Se ponen en estado de alerta, hablan de mensajes anónimos amenazándolos con que se llevarán a sus hijos. Alguien deduce: la forastera es una roba chicos, así que la atrapan y antes de entregarla a la policía le propinan una golpiza. Llevada a la Procuraduría General de Justicia junto con el Volkswagen con placas del Distrito Federal en el que se desplazaba, alega que estaba en la escuela para vender “productos de magia”… En agosto de 2010, pobladores de Tetela del Volcán agarran a cuatro hombres y una mujer. Jóvenes los cinco, son atados al asta bandera del zocalito, los desnudan y prenden un círculo de fuego cerca de sus pies hasta que, aterrados, se confiesan secuestradores... Tres años más tarde, en septiembre de 2013 en las afueras de Tlalnepantla unas sesenta mujeres incendian un antro porque ahí se habría incubado el asesinato de uno de los suyos. Acompañadas del entonces síndico Cristóbal Trejo y la madre del hombre que pocos días antes había aparecido muerto, llegan a la cantina “La Aguacatera” para exigir que sea clausurada. Refieren el bar como escenario de riñas frecuentes entre parroquianos pasados de copas, causa de que sus maridos no les lleven el gasto, pues se lo beben, y lo peor, que ahí fue visto por última vez el lugareño a quien el día siguiente hallarían difunto. Incontenibles, rocían el lugar con gasolina y le prenden fuego. Si el entonces alcalde Fausto Rubio presenció o no el acto de venganza mujeril, dijo que regresaba de Cuernavaca cuando pasó por el sitio de la conflagración y ya había sucedido todo… Tlalnepantla venía de un polvorín. En septiembre de 2004 los lugareños festejan la Independencia cuando una turba enardecida de la Comisión de Barrios y Poblados irrumpe en la casa del ex alcalde Elías Osorio Torres. Golpean a su hija Bárbara Osorio Rayón, de 18 años. Encolerizado, fuera de control, el tumulto va por Elías, quien a esas horas de la noche del “grito” se encuentra ausente. También allanan el domicilio del presidente del PRI municipal, Ricardo Espíndola Banderas. Pocos y además asustados, los efectivos de la Policía Preventiva Estatal son incapaces de contener a la muchedumbre. La atmósfera de tensión escalaba desde la noche del 13 y la madrugada del 14 de enero de ese año en que agentes de las  policías Ministerial y Preventiva de Morelos recuperaron el Palacio Municipal para el grupo de Osorio y en medio de la balacera, los gritos y el incendio de una patrulla es asesinado el comunero Gregorio Sánchez Mercado y responsabilizado de su muerte otro vecino, Benjamín Medina, quien resulta inocente y seis meses después regresa a “Tlane”, en la víspera de las fiestas patrias… Junio de 2015. Cinco mujeres y cuatro hombres llegan a bordo de una camioneta a una huerta de aguacates en la colonia El Vigía, municipio de Tlalnepantla. Presurosos, empiezan a cargar el vehículo con costales de aguacate, los dueños de la huerta los descubren, telefonean a la policía y los ladrones son atrapados. Pero la multitud que en cuestión de minutos se agolpa en la explanada de frente al Palacio Municipal amenaza lincharlos; están hartos de que frecuentemente les roben sus aguacates. Llegado de urgencia el fiscal de la zona oriente, se compromete a someter a proceso penal a los detenidos, y los “bárbaros” se conforman con quemar la camioneta. El grupo de rateros había llegado de Chalco y Tenango del Aire, estado de México… Hoy como ayer, los linchamientos ocurren con frecuencia. Tarde del martes pasado. Vecinos del pueblo de Tres Marías –del municipio de Huitzilac, probablemente el más inseguro de Morelos– atrapan a tres de cinco individuos que iban en dos taxis. Los acusan de que la noche del día anterior habían pretendido secuestrar a un joven de 18 años, que intentaron meterlo en la cajuela de un automóvil de alquiler marca Nissan modelo Versa, pero les fue evitado por vecinos que casualmente presenciaron el evento. Iracundos, los lugareños quemaron el taxi, cuando se disponían a linchar a los presuntos secuestradores llegó providencialmente un grupo de agentes de la Policía Morelos al que tras una discusión airada larga aceptaron entregarlos… Al parecer recurrentes hoy más que nunca los linchamientos y regularmente incapaz la autoridad de conjurarlos, el hecho lamentable es que no hay mes en que no sea perpetrado uno… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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