Cuando llevamos un perro a casa nos preocupamos por los accesorios que debemos comprarle, pero pocas veces pensamos en cómo haremos para que se quede solito, cuando vayamos a trabajar

CUERNAVACA,  MORELOS.- Si nuestro perro no es capaz de permanecer sin nosotros en el domicilio, estaremos ante un cuadro que recibe el nombre de ansiedad por separación. Los perros que la padecen, incluso aunque no permanezcan solos más que unos minutos, desarrollan comportamientos destructivos, aullidos y lloros, hipersalivación o eliminaciones inadecuadas.

Como podemos imaginar, cualquiera de estas conductas resulta indeseable, por eso es importante que desde el primer momento, sepamos decirle al perro que no debe estresarse en nuestra ausencia tanto si se trata de un cachorro como de un adulto. A continuación explicamos cómo hacerlo.

El lugar del perro en casa

Cuando recibimos a un perro en nuestro hogar veremos que, tras una exploración inicial, buscará un lugar en el que descansar. En ese momento le indicaremos el espacio que hayamos destinado para él. No se trata solo de ofrecerle una cama, sino de ponerla en una zona en la que el animal se siente seguro.

En otras palabras, delimitar un área de nuestra casa, incluso utilizando un transportín o un parque para perros, o destinar una habitación para el recién llegado es una buena forma de evitar problemas durante nuestra ausencia. Esto es así porque se trata de un espacio pequeño que el animal controla por completo, lo que le da tranquilidad.

Así, a la hora de dejarlo solo, es más probable que permanezca calmado allí que si, al contrario, permitimos que deambule solo por toda la casa, recibiendo estímulos tanto del interior como del exterior que puede no comprender y que acabarán por ponerlo nervioso. Una vez adaptado podremos ir dejándolo con acceso a todo el hogar.

Puede ser que el perro se ponga nervioso cuando se dé cuenta de que nos vamos. Lo sabe porque aprende que determinadas acciones como calzarse o coger un bolso son el preámbulo de nuestra marcha.

Pon atención

Realizaremos las acciones típicas preparatorias de nuestra salida habitual de casa, pero no nos iremos. Repetiremos este ejercicio el tiempo que sea necesario.

Otro ejercicio es salir de casa pero quedándonos en la puerta para volver a entrar enseguida. También lo repetiremos las veces necesarias.

El objetivo es repetir estas rutinas hasta que el perro deje de reaccionar, es decir, ignore lo que estamos haciendo. De esta forma rompemos la relación que él había establecido en la que identificaba determinadas acciones con nuestra salida y consiguiente ausencia. 

En familia. Botón, de Adopta un Ángel llega a su nuevo hogar.

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