En relación a la investigación que he realizado sobre el enigma que encierra la fundación de Machu Picchu; entregué oficio al Ministerio de Cultura del Perú, y a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco del Parque Arqueológico Nacional Machu Picchu, en la cual concluyo; que la ciudad se edificaría en ese abrupto lugar, en razón de que los montes adjuntos semejan al sagrado cóndor andino posado con sus alas abiertas a modo de proteger la Ciudad Sagrada. Ese sería el motivo por el cual la ciudadela se asentó en ese acantilado -los dominios del cóndor- a lo que el Director General de ese santuario, me contesta, que este planteamiento, no se había mencionado con anterioridad y menos aun oficialmente.
Para respaldar lo anterior, además de una extensa explicación, menciono aquí, solo dos leyendas, una; sobre la fundación de Cusco, cercana de Machu Picchu, narrada por el cronista Juan Diez de Betanzos a principios del siglo XVI, que dice que Cusco se fundó con el nombre “qusqu wanka” –“peñón de la lechuza” o “peñón donde se posó la lechuza”- de la leyenda de los hermanos Ayar, donde Ayar Auca convertido en lechuza ocupa el sitio del Cusco volando con sus propias alas para posarse sobre una wanka -peñón- emitiendo el sonido de las lechuzas “quscuu…quscuu” y convertirse en una marca de ocupación, esto, cuando Manco Cápac le ordenó a su hermano Ayar; “Ve allá volando, siéntate allí, y toma posesión donde está aquel mojón, porque nosotros iremos luego a poblar y vivir. Y sentándose allí se convirtió en piedra y quedó hecho el signo de posesión”, donde posteriormente se edificaría el templo inca Koricancha -Plaza y templo principal tapizado de oro- del Cusco, sobre el que ahora está el Convento de Santo Domingo.
La leyenda sobre la fundación de Cusco, fue posible recopilarla por Diez de Betanzos y Pedro Sarmiento de Gambia historiador y capitán, debido a que, a la llegada de los conquistadores en la primera mitad del siglo XVI, esta ciudad estaba activa; y Machu Picchu fue encontrada ya abandonada hasta principios del pasado siglo XX.
La cosmovisión inca y azteca tienen impresionantes similitudes; la fundación de Cusco, fue en el peñón de la lechuza; Machu Picchu al pie del peñasco con forma del cóndor. Los aztecas fundaron México, donde encontraron el águila posada, palabra que significa “En el ombligo de la luna”; otra versión del inca Garcilozo de la Vega, dice que Qosqo se traduce también en “ombligo”. Por otra parte, está la leyenda de las nevadas montañas de los Andes en Arequipa; el “apu” Pichu Pichu y de su vecina Chachani, que es similar a la de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl en México, que narran historias equivalntes de una pareja de enamorados; solo por citar unos ejemplos.
No es coincidencia que las canchas -plazas- de Machu Picchu están alineadas de tal forma para que el megalítico cóndor pueda ser apreciado, generando todo un espacio ritual -conjuntamente con el Sagrado Templo del Condor que en ese lugar era venerado- permitiendo la vista libre para apreciar en lo alto la majestuosa formación que daría motivo de la fundación de la “llacta” en ese montañoso lugar, santuario natural del cóndor. La evidencia es imponente. A esto se adiciona que la ciudadela solo fue habitada por nobles, sacerdotes y “aqllas” -vírgenes del sol-. Había también una población de trabajadores que no vivían dentro. Algunas de sus mejores construcciones y el evidente carácter ceremonial demuestran que fue usada como santuario místico-religioso. La población fue de entre 300 y 1000 habitantes, era un lugar desconocido para las castas inferiores, y sus rutas -Camino del Inca- estaban prohibidas para cualquiera que no formara parte del pequeño círculo del Inca -gobernante-, por lo que puedo concluir que era una especie de gran monasterio oculto entre la Cordillera de los Andes.
Se sabe bien que las “llactas” se diferenciaban de las ciudades, en que el grueso de su población era móvil, que sólo residía en ellas por temporadas antes de ser reemplazada por otro grupo, todos eran personas que acudían a cumplir culto al gran cóndor, incluso con sacrificios humanos, y otros para tributar en trabajo comunitario en construcción de caminos, puentes, edificios, terrazas de cultivo en las laderas de las montañas. El megalítico cóndor es lo primero y lo último que ilumina el sol.
Los constructores de Machu Picchu, tuvieron en cuenta criterios astronómicos y rituales de acuerdo a los estudios de Dearborn, White, Thomson y Reinhard, entre otros que explica que “la alineación de algunos edificios importantes coincide con la trayectoria solar durante los solsticios de manera constante y por ende nada casual, con el nacimiento y puesta del sol en determinadas épocas del año y con las plazas y cumbres de las montañas aledañas”, esto, coincide con el gran cóndor.
En las investigaciones de esa Ciudad Sagrada, deben considerarse, no solo las ciencias tradicionalistas; sino también la cosmovisión de los pueblos y el aspecto hierático que refiere a objetos de culto.
Sobre este tema presenté una conferencia en la Universidad Andina, ocho entrevistas en radio, dos en el noticiero TEVESUR de Cusco, otras pendientes.
P. D. hasta el otro sábado
Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx