La principal razón esgrimida por el gobierno para dar el “golpe eléctrico” del viernes en la noche, fue la emergencia sanitaria, la necesidad de garantizar que no habrá apagones.

Parece que ese fue el puro pretexto.

 Porque la razón la confesó la mañana del 20 de mayo el presidente López Obrador, sin rubor alguno: desde hace tiempo quería meter orden para “quitarle la prioridad en la compra de energía renovable barata a las empresas privadas, para darle prioridad a la compra de energía de la CFE”.

El presidente no dijo -un pequeño olvido, seguramente- que la de CFE es energía más contaminante pues proviene del carbón y el petróleo.

Tampoco dijo -otro pequeño olvido- que el costo de la energía que genera CFE es casi 7 veces más cara de la que se paga a las plantas de energía renovable de la iniciativa privada.

Ni se refirió -esos pequeños olvidos- a que, con estos niveles de baja en la actividad económica, casi no hay riesgo de apagones porque, ante el parón de la industria, la demanda de energía baja notablemente.

Lo del Covid19 fue solo un pretexto para conseguir un viejo anhelo: regresar el monopolio de la generación de electricidad a la CFE, al costo que sea.

¿Qué hay detrás, realmente? Dos muy claras realidades de las que el gobierno prefiere no hablar:

1.
- CFE es el generador de energía eléctrica más caro e ineficiente de todos, y ante la baja demanda por el parón económico, era el proveedor que estaba resultando más afectado, pues la ley obligaba a comprarle primero a los más baratos y eficientes.
 Ahora el más ineficiente es el primero de la fila.

2.
- Pemex se las está viendo negras para vender el combustóleo que obtiene al refinar petróleo.
 Resulta que el crudo pesado mexicano refinado en nuestras muy ineficientes refinerías genera un combustóleo de pésima calidad.
 Nadie lo quiere.
 Y mientras más se refina petróleo, más de este producto se obtiene.
 Imagino la conversación entre Energía, Pemex y CFE: ¿Qué hacemos con todo este combustóleo, ya nadie lo quiere? Pues que lo queme CFE en hacer luz.
 Pero contamina mucho.
 No importa.

En enero de 2020 entró en vigor la norma internacional IMO 2020 que prohíbe utilizar combustóleo con alto contenido de azufre en la industria marítima internacional.
 Eso fue un golpe duro para Pemex que ya ni siquiera puede vender su combustóleo chafa a los buques.
 Encima, cada vez tiene más combustóleo, porque el plan del presidente López Obrador es refinar más y más petróleo en México para no tener que importar gasolinas.
 Y para eso -lo dijo en la misma mañanera- busca disminuir las exportaciones de crudo para surtir al sistema nacional de refinación.
 Hoy México tiene 6 refinerías que trabajan a niveles mínimos, se está construyendo una séptima en Dos Bocas y también ya se inventaron un nuevo tren de refinación en el complejo petroquímico de Cangrejera.

 ¿Qué quiere decir eso? Más combustóleo del que Pemex necesita deshacerse.
 La fácil: usarlo para generar energía eléctrica aunque destruya el medio ambiente.

SACIAMORBOS
Tan mal hecho está el mentado Acuerdo, que a sólo cinco días de publicarse, una ola de amparos a favor de la iniciativa privada orilló al gobierno a recular y por lo menos permitir hacer pruebas a las empresas que ya estaban en ese proceso (claro, lo de que a la CFE es a la primera que le compran, aunque sea sucia y cara, aún se mantiene).
 Era previsible la cascada de recursos jurídicos y sus lógicos fallos contra el gobierno.
 Ya preveíamos que si las empresas ganaban los recursos podrían incluso llegar sentencias resarcitorias que podrían costarle una millonada al gobierno de la 4T.
 Ante estas señales jurídicas, el gobierno puede optar por “bajarle dos rayitas” y negociar.
 A ver qué señal quiere mandar.

Por: Carlos Loret de Mola A.  / carlosloret@yahoo.com.mx

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