Ciudad de México.– En un acto de cinismo, un hombre desconocido, pero ya boletinado por las autoridades como un estafador habitual, se ha aprovechado de la tragedia de la explosión de una pipa de gas en el Puente de la Concordia, Iztapalapa, para fingir la muerte de su "hija" y mendigar dinero a familias destrozadas y solidarios conmovidos.
Mientras México llora a 10 víctimas mortales y 94 heridos graves, este parásito social ha mancillado la generosidad de un pueblo que, en su dolor colectivo, extiende la mano sin pedir nada a cambio.
¡INDIGNANTE!
Estafador finge muerte de hija en explosión de Iztapalapa para pedir dinero en hospitales. Tras la explosión en el Puente de la Concordia, varias personas entregaron dinero al hombre antes de que se descubriera su fraude. pic.twitter.com/XAOX90SGin
— Diario de Morelos (@DiariodeMorelos) September 13, 2025
¿Hasta cuándo permitiremos que sujetos como éste profanen el sufrimiento ajeno?
La explosión, ocurrida el 10 de septiembre alrededor de las 14:00 horas, dejó un saldo devastador: una pipa de la empresa Silza, con más de 49 mil litros de gas LP, volcó y detonó en una bola de fuego que calcinó vehículos, alcanzó alturas de 30 metros y sembró el terror en la Calzada Ignacio Zaragoza.
Autoridades como la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, han confirmado al menos 10 fallecidos, incluyendo al artista plástico Jorge Islas, al trabajador municipal Misael Cano Rodríguez –quien iba con su hija de 17 años en coma inducido–.
Cifras oficiales hablan de 55 personas aún hospitalizadas, 22 dadas de alta y 33 en estado crítico, con quemaduras en hasta el 98% del cuerpo. Historias como la de Ana Daniela Barragán, estudiante de 19 años aún desaparecida, o el padre que recibió una llamada milagrosa en un celular de su hija, han conmovido al país.
Pero en este panorama de angustia, surgió el hecho despreciable: el estafador. El sujeto, descrito como un hombre de mediana edad con lágrimas falsas y voz temblorosa, merodeó las afueras del Hospital de Ortopedia Magdalena de las Salinas –uno de los centros que atienden a las víctimas reales– fingiendo ser el padre de una joven de 22 años supuestamente fallecida en la volcadura.
Con un relato lacrimógeno, aseguraba que su "hija" había sufrido quemaduras fatales en el accidente y suplicaba donativos para "gastos funerarios imprevistos".
Varias personas, con el corazón en la mano y sin imaginar la vileza, le entregaron billetes y monedas. Videos virales en redes sociales capturaron el momento: el impostor, visiblemente afectado en su farsa, evade preguntas sobre detalles del siniestro alegando que "las autoridades lo prohíben".
Cuando testigos insistieron en más información, el hombre tropezó en contradicciones flagrantes, lo que alertó a los presentes.
Pero este no es un delincuente novato; es un reincidente empedernido. Personal médico del hospital lo identificó de inmediato: en "ocasiones anteriores", este mismo sujeto ha inventado muertes de familiares –hermanos, madres, parientes ficticios– para estafar a incautos en emergencias similares.
"Es un parásito que se alimenta del dolor ajeno", denunciaron en redes usuarios indignados, quienes compartieron el clip y exigieron justicia.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y la Fiscalía General de Justicia de la CDMX ya lo tienen boletinado, pero ¿es suficiente? ¿Por qué no hay un registro nacional de estos buitres que acechan hospitales y escenas de tragedias?
En X (antes Twitter), publicaciones como la de @ElMexicanOnline lo tildan de "estafador serial", con miles de vistas clamando por su detención inmediata. En Facebook, aunque no se hallaron posts directos, el eco en grupos de vecinos de Iztapalapa repite la alerta: "¡No caigan en la trampa de los falsos dolientes!".
Esta persona no sólo roba dinero –poco o mucho, pero robado al hambre de los que sí lo necesitan–, sino que insulta la memoria de héroes como Alicia Matías, quien con quemaduras mortales salvó a su nieta, o padres como el de Ana Daniela, que peregrinan de hospital en hospital.
¿Dónde está la indignación colectiva? ¿Por qué las autoridades no lo exhiben con nombre y apellido para que la ciudadanía lo señale y evite más víctimas?
La sociedad exige no sólo su captura, sino penas ejemplares que disuadan a estos miserables de explotar el luto. La solidaridad mexicana es sagrada; no permitamos que la conviertan en botín. ¡Basta de impunidad para los que convierten el infierno en su circo!
Si has sido víctima de estafas similares, denuncia al 55 5036 3301.
