Los datos más recientes de actividad económica empiezan a mostrar signos de desaceleración económica en México. El Índice Global de la Actividad Económica muestra una caída en dos meses consecutivos, pasando de 111.6 en abril a 111.3 en mayo, y a 111.0 en junio. Esto, después de siete meses de crecimiento ininterrumpido, y de una tendencia de crecimiento desde junio de 2020, lo cual está en línea con lo que está sucediendo en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial y la economía más grande del mundo, en donde se ha registrado un decrecimiento de la economía en los primeros dos trimestres del año. La Unión Europea también muestra signos de debilidad en su crecimiento, en el segundo trimestre del año se registró un crecimiento de 4 por ciento, mientras que en el primer trimestre el crecimiento fue de 5.5 por ciento. 

De acuerdo al reporte Global Economic Perspectives del Banco Mundial, este año se espera un crecimiento global de 2.9 por ciento, comparado con el 5 por ciento que creció en 2021. En el caso de economías en desarrollo y emergentes de las que México forma parte, se estima un crecimiento de 3.4 por ciento para 2022, mientras que en 2021 fue de 6.6 por ciento. Para México, la estimación de crecimiento este año es de 1.7 por ciento, comparado con 4.8 por ciento en 2021. La desaceleración de la economía mundial está ligada al fenómeno inflacionario, que se ha desatado en todo el mundo como consecuencia del desbalance entre oferta y demanda después de la etapa más crítica del COVID-19, la interrupción de los canales de suministro, y el incremento de los precios de los energéticos y bienes agropecuarios, especialmente después del conflicto en Ucrania. Para controlar la inflación, los bancos centrales del mundo han respondido revirtiendo las políticas monetarias holgadas, adoptadas durante la pandemia para apoyar la recuperación económica.

En México, el banco central ubicó la tasa de interés de referencia en 8.5 por ciento el pasado 11 de agosto, el nivel más alto desde que se estableció la política monetaria vigente, en 2008. Esta decisión representó un incremento de 75 puntos base con respecto a la tasa aprobada en junio pasado. Recordemos que la tasa llegó a ser de 4 por ciento en febrero de este año, pero dadas las presiones inflacionarias en el sector agropecuario, el Banco de México decidió imponer este freno a los precios. Desafortunadamente, al incrementar las tasas de interés se puede contener la inflación, pero a costa de un menor crecimiento. De hecho, la política monetaria podría no tener los efectos esperados, con lo que un escenario posible es la estanflación, situación con alta inflación y sin crecimiento.

Cuando se trata de escoger entre menor inflación y menor crecimiento, los gobiernos tienden a preferir menor inflación porque afecta más a los estratos sociales bajos. Sin embargo, en la coyuntura actual es probable que la política monetaria más restrictiva no tenga mucho efecto en la inflación porque el encarecimiento de los bienes agropecuarios viene del exterior. Rusia es el principal exportador de fertilizantes del mundo, y Rusia y Ucrania conjuntamente producen casi una cuarta parte del comercio internacional de trigo y maíz. Esperemos que el Banco de México ajuste rápidamente su política en caso de que esta sea inefectiva.           

Por: Cristian Campos Contreras / ccamposcontreras@yahoo.com.mx


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