El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene preparada una orden ejecutiva para declarar el inglés como lengua oficial del país, un estatus que nunca ha existido en la historia de la nación.

En sus más de 200 años de historia, Estados Unidos jamás ha tenido un idioma oficial. Aunque el inglés se asocia con el país, dentro de su territorio se hablan más de 350 idiomas.

Esta medida incluiría la derogación de una directiva del año 2000, emitida durante el mandato de Bill Clinton, que requería que las agencias federales proporcionaran servicios en otros idiomas a personas con un dominio limitado del inglés. Aunque no se eliminarán por completo los servicios de traducción, esta acción se basa en la idea de promover la unidad nacional y mejorar la eficiencia de los servicios públicos. Actualmente, 32 estados ya consideran el inglés como su lengua oficial.

Según un estudio de la Oficina del Censo publicado en 2022, uno de cada cinco estadounidenses (68 millones) habla una lengua distinta al inglés en su hogar. Sin embargo, el número de personas que hablan "solo inglés" ha crecido significativamente entre 1980 (187 millones) y 2019 (241 millones).

Esta iniciativa se alinea con gestos previos de la administración Trump que han sido percibidos como hostiles al multilingüismo, como la eliminación de la página en español del sitio web oficial de la Casa Blanca poco después de asumir el poder. Durante la campaña electoral de 2024, Trump también se refirió a la diversidad lingüística al afirmar: "Tenemos lenguas que llegan a este país... Son lenguas de las que nadie en este país ha oído hablar. Es algo espantoso".

Si Donald Trump declara el inglés como la lengua oficial de Estados Unidos mediante una orden ejecutiva, las implicaciones podrían ser significativas. Principalmente, las personas con un dominio limitado del inglés podrían sentirse presionadas en ámbitos públicos y ver restringido su acceso a distintos servicios oficiales. La educación también podría verse afectada, con una posible reducción en el apoyo a programas de educación bilingüe.

Esta medida también podría interpretarse como una barrera adicional para los inmigrantes con un conocimiento limitado del inglés, lo que, a su vez, podría incrementar la discriminación lingüística en el ámbito laboral y en el acceso a servicios.

Sin duda, esta propuesta está en línea con el discurso nacionalista que marcó la campaña política de Donald Trump. Queda por ver cuál será la decisión final y qué efectos tendrá en la sociedad estadounidense.

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