1.
Mecenas fue un romano importante y rico, al que le gustaba vivir bien, siendo además compartido. Ha de haber sido guapo. Me lo imagino vestido de blanco, usando toga bien planchadita de lino, oliendo a jabón de lavanda, a punto de sentarse a comer con el emperador Augusto, para presumirle que acaba de apoyar con jugosa mesada a los poetas Horacio y Virgilio. O sea, dando buen ejemplo de cómo usar su dinero para beneficio de los demás.
No hay mucha información sobre su historial como coleccionista, pero tan buena onda fue, que hoy su nombre es sustantivo común: se usa para referirnos a quienes generosamente apoyan a los creadores con subvenciones económicas o en especie, dándose cuenta de que del arte es muy difícil vivir decorosamente. Cosa que es una paradoja, puesto que nosotros sí nos nutrimos espiritualmente de lo que producen los creadores (y más en tiempos de confinamiento).
Un mecenas favorece que las políticas públicas se hagan realidad, un mecenas sienta las bases para que los museos particulares y públicos existan y por lo tanto amplía el menú de nuestras alegrías.
2.
De acuerdo con la Maestra Rita Eder (Patrocinio, colección y circulación de las artes. XX Coloquio Internacional de Historia del Arte. IIE. México, 1997), el mecenazgo y el coleccionismo han sido someramente analizados en nuestro país, quedando registrados en gran medida en anecdotarios. Las guerras, las relaciones diplomáticas, las colonizaciones, los despojos y las herencias no suelen formar parte de la explicación profesional de cómo se generan y mueven los acervos públicos y privados en México.
Así las cosas, es más común que conozcamos las exigencias de ciertos coleccionistas que no prestan piezas para exposiciones temporales si no salen reproducidas a página completa en los catálogos, que el hecho de que haya harto patrimonio nacional exhibido “ilegalmente” fuera del país, resultado de saqueos arqueológicos.
3.
Preparo un texto sobre el tema para una revista especializada y las ideas me hierven. Quiero narrar cómo los museos municipales se engalanan con piezas donadas por la propia comunidad para el disfrute de todos. Motivo de sumo orgullo para nosotros los morelenses es poder montar la historia de la gente para la gente y cuando están vivos, agradecerle sus donaciones a los creadores exhibiendo sus obras.
Platico con el mediador cultural Mario Poggio sobre Luis XIV, quien por cierto era todo lo contrario a como me imagino al señor Mecenas, o sea feo. “Tenía un perfil Bourbon”, me dice antes de añadir que a este monarca se le debe haber abierto Versalles para que la gente pudiera pasear entre las artesanías y obras de arte que podía adquirir: ¡pensaba en Economía Cultural el monarca!
Luis XIV además promovió la lengua francesa en toda Europa y logró que fuera parte del status quo de la diplomacia. “Le debemos Le Rayonnement de la France”, finaliza Poggio, queriéndome convencer de que el resplandor francés, su halo cultural comenzó con una simple decisión hoy titulada “política cultural”.
4.
Si históricamente el patrocinio y el mecenazgo de las artes se lo debemos a la familia de los creadores, las monarquías y la Iglesia, en esta época son los gobiernos del mundo y el llamado tercer sector, muchas veces a través de fundaciones, los encargados de permitirnos gozar el fruto del talento artístico.
En las democracias modernas, caracterizadas por un agresivo mercado libre, quienes invierten más en arte son los coleccionistas privados, porque el valor especulativo del arte está garantizado, pero la situación difiere radicalmente entre América Latina y los Estados Unidos. A los mexicanos no nos llega lo que a los vecinos del norte, porque en México no contamos con incentivos que favorezcan las donaciones.
En nuestro estado, bien podríamos comenzar por hablar bien de nuestros museos estatales que son más de 30. Promover nuestro patrimonio cultural material e inmaterial es impulsar una política pública. Adquirir obra de nuestros creadores -o sea invertir en arte- sería el segundo paso a seguir si queremos reactivar la economía local. Por favor, distinguido morelense, sea usted un moderno mecenas, le conviene. Además de verse bien en tiempos de crisis, estará haciendo lucir su dinero en más de un sentido. FIN.

Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

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