Recientemente publiqué en este espacio un artículo sobre el origen de nuestro kiosco de Cuernavaca, en donde demuestro que Gustave Eiffel no fue su diseñador ni fabricante, y doy cinco argumentos para afirmarlo.

Además, aseguro que fue fabricado y diseñado en Glasgow, Escocia, por la empresa “Walter MacFarlane & Co”, fundada en 1849 por Walter McFarlane, y que llegó a operar hasta 1965.

Dicha fábrica también se llegó a conocer como Sarracena Foundry, o Possilpark, por el lugar en donde su encontraba. Dicha empresa tuvo prestigio y fama internacional debido a que producia una amplia gama de productos de hierro fundido de gran calidad como: Postes para alumbrado público, frentes de tiendas y balcones, bancas, fuentes, rejas, escaleras, barandales y por supuesto kioscos.

A fin de ampliar la información del anterior artículo, quiero agregar lo siguiente:

La citada empresa comercializaba sus productos a través de hermosos catálogos que representaban un considerable logro artístico. En ellos se pueden admirar los diferentes kioscos, diseñados y fabricados por la empresa McFarlane. Estos se hicieron tan populares en el Reino Unido que casi todos los parques públicos y balnearios tuvieron uno a finales del siglo XIX y existieron ciudades como Leeds que llegaron a tener hasta 18 kioscos de música. Londres antes de la Segunda Guerra Mundial llegó a tener casi 100 kioscos. Tradicionalmente eran de forma octagonal y el techo servía como caja de resonancia. Los más comunes fabricados por McFarlane fueron: El 224, el 225, el 249 y el 279 de su catálogo. En uno de estos, del año de 1890 aparece el kiosco número 225, “Bandstand Pavilion Summerhouse”, que con pequeños cambios, es el mismo que tenemos en Cuernavaca (ver imagen).
Cabe señalar que el cliente, al momento de comprar el producto tenía la opción de elegir diferentes componentes decorativos, de acuerdo a su gusto y preferencia, como las piezas decorativas de alrededor de los aleros, o la cresta de la parte superior, con lo que se permitía crear diseños individuales como fue el caso del kiosco de nuestra ciudad. Otra característica común de su diseño fueron las barandillas alrededor del perímetro y sus columnas de hierro fundido. Todavía es posible encontrar en dichas columnas la marca distintiva de diamantes de la compañía en muchos kioscos que aún existen.
Los kioscos generalmente se elevaban sobre una plataforma de mampostería para dar mayor visibilidad tanto a los músicos como a la audiencia, y la altura puede variar desde 20 cm hasta 2 metros y medio. En algunas ocasiones, para llegar a la plataforma se añadían escaleras decorativas de hierro con pasamanos.
El hierro fue un material muy apreciado en el siglo XIX, debido a su resistencia al medio ambiente y en la primera parte de ese siglo fue, en cierto modo, visto como un material maravilloso para fines decorativos, debido a que podía adoptar la forma deseada mediante moldes en donde se vertía el hierro fundido, por lo que su uso se generalizó. Su introducción como material de construcción pudo haber comenzado desde el siglo XVII y ofreció a los diseñadores de jardines y horticultores un material fuerte y duradero que podría usarse para muchos propósitos.
Glasgow, Escocia fue un gran productor y fabricante excepcional en herrajes arquitectónicos, gracias en parte a la abundancia de carbón y hierro en el cercano Lanarkshire.
Como señalé en el artículo anterior, durante la Segunda Guerra Mundial muchos kioscos fueron tomados junto con otros objetos de hierro para ser fundidos, ya que había escasez de ese metal, indispensable en ese momento para la fabricación de armamento y municiones. Sin embargo, los que sobrevivieron quedaron en desuso, debido a la preferencia del público por otras atracciones como el cine, la radio y la televisión las cuales progresaban significativamente.
El abandono y descuido provocó que pasamanos y barandillas a menudo fueran vandalizados, en muchos casos se encontraban rotos o con partes faltantes. Era bastante raro encontrar un kiosco con sus herrajes intactos.  
El gobierno inglés, al percatarse del grave deterioro en que se encontraban y de la terrible pérdida de su patrimonio estableció un programa de rescate a fin de restaurar los kioscos. Actualmente más de cien están en uso nuevamente en todo el país, y se volvieron puntos focales de jardines en donde se toca el blues, rock, opera, se exhiben obras de teatro callejero y drama.
Cabe señalar que en Francia (de donde es Eiffel) existen pocos kioscos y se les denomina “kiosque de la musique”, Además a los parques que llegan a tener uno se les conoce como “jardines ingleses”, por su origen.
Estos argumentos confirman que el kiosco de Cuernavaca no fue fabricado o diseñado por Gustave Eiffel, y que su origen no es francés. Definitivamente no tiene sentido que 1889 una empresa inglesa, la más importante del mundo, dedicada a la arquitectura en hierro fundido, que produce los más hermosos kioscos, le solicite a un francés, Gustave Eiffel, que diseñe un kiosco para una lejana ciudad en México. Eiffel se dedicaba a la construcción de infraestructura ferroviaria y ese año construía su famosa torre para la Exposición Universal de París, así que estaba muy ocupado.
Con lo anterior, puedo afirmar que el kiosco de Cuernavaca es un ejemplo de la industria, el arte, la imaginación y los cambios culturales ocurridos en la Inglaterra de la época victoriana.

En el catálogo de productos de la empresa escocesa Walter MacFarlane & Co. de 1890, aparece el kiosco 225, que con algunas variantes es el mismo que tenemos en Cuernavaca.

Por: Valentín López G. Aranda / valentinlopezga@gmail.com

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