En la rica historia y cultura del México precortesiano, surge sin duda en un lugar preponderante la cultura olmeca, la cual entraña un halo de misterio que la hace una de las etapas más apasionantes de dicho periodo, son aun muchas las interrogantes que generan los habitantes de la región de hule, como los llamaron los mexicas siglos después, mucho se ha estudiado, sin embargo, no es poco lo que aun falta por descubrir sobre los hombres del Golfo de México, y que va más allá de las colosales cabezas talladas en piedra, referencia inequívoca pero no única de una cultura que alcanzó un alto grado de refinamiento y desarrollo.
Los Olmecas debido a su antigüedad han sido considerados la cultura madre mesoamericana, lo cual ha sido recientemente refutado por especialistas, que con tino sostienen que ante la diversidad histórica y cultural del México antiguo es imposible determinar con exactitud una cultura madre, sin embargo, es innegable el papel de los Olmecas como “decanos” en Mesoamérica y su posterior influencia en las culturas y civilizaciones que les sucedieron. De la zona del Golfo de México en los territorios que hoy conforman Veracruz y Tabasco se extendieron a toda Mesoamérica, incluso hay registros de su presencia en América Central, a través de una extensa red comercial predominaron en la agricultura, la organización política, social y económica de otros pueblos e indudablemente en su religión y cosmovisión, dos elementos que dan cuenta de ello son el juego de pelota y el culto al jaguar, el “Balam” de los mayas y “Ocelotl” de los pueblos náhuatl.
La región que hoy comprende el Estado de Morelos fue particularmente importante para los habitantes del México antiguo, tanto así que en sus orígenes la historia se funde con la leyenda y lo que hoy es Morelos fue considerado “Tamoanchan” el paraíso terrenal y Amatlán, hermoso paraje tepozteco, la cuna del Quetzalcóatl histórico. Posteriormente el surgimiento de Xochicalco a la caída de Teotihuacan alrededor del año 600 de nuestra era y la llegada de los Tlahuicas a los valles de Amilpas y Cuauhnáhuac en algún momento cerca del año 1100 también de nuestra era, hicieron del actual territorio morelense un sitio de primer orden en el Cem Anáhuac, sin embargo, nada de esa gloria precortesiana hubiera sido posible sin la previa presencia de los olmecas en nuestras tierras.
Del esplendor antes mencionado hoy dan cuenta la Acrópolis de Xochicalco con su imponente templo a Quetzalcóatl, Teopanzolco en Cuernavaca, donde estudios recientes del INAH han demostrado que sus templos gemelos de Huitzilopochtli y Tlaloc inspiraron el Templo Mayor de Tenochtitlan, y el Templo del Tepozteco que emerge entre las montañas fue edificado en el periodo de la presencia Tlahuica y hoy sigue sorprendiendo a propios a y extraños.
Pero previo a estos relevantes monumentos y vestigios, como ya se mencionó, los Olmecas comenzaron a labrar la gloria prehispánica morelense, mucho antes de que los Tlahuicas fundaran la orgullosa Cuauhnáhuac, los habitantes de la región de hule se asentaron en el idílico paraje que hoy conforman el tradicional barrio de Gualupita y el parque Melchor Ocampo, lo hicieron aprovechando los ojos de agua del sitio, lo cual también hicieron en otros parajes morelenses con abundancia de agua como: Nexpa, San Pablo y Olintepec. Se han localizado en Gualupita vestigios olmecas que los expertos del INAH han datado de alrededor del año 1500 de nuestra era. Lo anterior comprueba, sin temor a equivocarme, que Cuernavaca es una las zonas habitadas de manera continua mas antiguas de tierra firme americana.
Posterior a estos importantes asentamientos, surgieron sitios como Chalcatzingo, una de las zonas arqueológicas más bellas de México, lo cual no es cosa menor en un país con una vasta riqueza arqueológica, ubicado en el municipio de Jantetelco, floreció entre los años 900 y 500 a.c. y fue contemporáneo a La Venta en Tabasco. Destacan no solo el entorno natural rodeado de peñones sino su zona de monumentos y particularmente sus petrograbados de los cuales sobresalen flores y jaguares.
Coetáneos a Chalcatzingo también sobresalieron Zazacatla e Iglesia Vieja en Atlihuayan, municipio de Yautepec, en este ultimo sitio fueron descubiertos importantes tesoros que nutrieron el acervo olmeca del Museo Nacional de Antropología.
Al final, pero no menos importante, como reza el popular dicho sajón, se encuentra la impresionante Chimalacatlán, nombre que le dieron los náhuatl y que significa “Lugar de Escudos Bruñidos” o de Carrizo. Este sitio ubicado al sur de Morelos en el municipio de Tlaquiltenango, se encuentra en lo alto de un cerro, floreció entre los años 800 a 500 antes de Cristo, pero arqueólogos han encontrado en el lugar ofrendas de al menos 2000 años de antigüedad. Fue una ciudad en forma, con Palacios, Calzadas, unidades habitacionales y templos. Explorada también por Francisco Plancarte y Navarrete, Segundo Obispo de Cuernavaca, el “Obispo Arqueólogo” que desenterró alfarería y escribió sobre el lugar. Chimalacatlán tiene a su vez, la particularidad de que sus basamentos piramidales son estructuras megalíticas de grandes proporciones similares a las de la cultura inca en Cuzco, Perú.
Todo lo anterior no solo da cuenta de la importante presencia e influencia olmeca en nuestro actual territorio y en la historia de México, sino a su vez representan una pagina de gloria en la memoria histórica morelense y por supuesto en la grave responsabilidad y compromiso de preservar este patrimonio para futuras generaciones.
No quiero concluir estas líneas sin antes desear el mejor de los éxitos, dicha y prosperidad en el 2022 a quienes tienen la gentileza de leerme.
Chalcatzingo, en el municipio de Jantetelco es una de las zonas arqueológicas más bellas de México.
Chimalacatlán, se encuentra al sur del Estado de Morelos en el municipio de Tlaquiltenango, sus basamentos piramidales son estructuras megalíticas. Pintura al óleo de Salvador Tarazona de 1938
Por: Roberto Abe Camil / opinion@diariodemorelos.com