A pocos estados ha golpeado la pandemia del Covid-19 como al nuestro. En términos económicos las afectaciones parecen ser nacionalmente parejas, pero más graves en el estado de Morelos si se hace un recuento incluso a vuelo de pájaro. Por un lado, la razón puede ser que la economía de nuestra entidad es pobre históricamente, comparada con las de otras entidades como Nuevo León, Edo-Méx., Sonora, Jalisco, etc. Por otro, que, a diferencia de Yucatán y los demás estados en los que la concreción del proyecto del tren maya ya generó miles de empleos y derrama dinero a la población, en Morelos su gobierno se muestra incapaz de generar ideas para obras de gran calado y obtener así recursos federales. Ejemplo: pasmado el proyecto del tren de carga de la zona oriente, data de al menos el sexenio 2012-2018 y antes inclusive sin que a la fecha no pase de ser sólo una idea. La Secretaría de Desarrollo Económico y del Trabajo pinta una película color de rosa, presume que el proyecto “mantendrá” 10 mil empleos, pero no detalla cuáles exactamente, dónde ni de qué tipos, y asegura que este proyecto representará el “despunte” comercial de la región oriente de Morelos, pero tampoco precisa cómo y con qué. Puesto Morelos en circunstancias inevitablemente delicadas, se tornan trágicas por las incapacidades profesionales del cártel de politiqueros fuereños. Es así que vengan de donde vengan los anuncios de obras de beneficio social resultan apreciables. Caso de los 55 millones de pesos que el Ayuntamiento de Cuernavaca ha informado aplicará este año en la realización de obras prioritarias de agua potable, drenajes, electrificación, pavimentación y techumbres de escuelas solicitadas al alcalde Antonio Villalobos… HAGA de cuenta el lector que ya es el 6 de junio, que la gente hace fila en las casillas y la mayoría ya ha decidido por quién votar. Pero ¿los que no? Primero: el ciudadano debe cerciorarse de si el candidato por el que se dispone a votar ya tuvo algún cargo de representación popular, pero no cumplió (lo que prometió). Segundo: debe tenerse cuidado con los candidatos o candidatas que derrocharon dinero en su campaña y dicen que combatirán la corrupción pero no publican su patrimonio. Tres: Hay que dudar de la honestidad de quienes presumen logros de gobierno pero no transparentan los recursos que usan ni la forma de otorgar contratos. Cuatro: si el candidato (a) no vive ni conoce el lugar que quiere representar, también es una mala señal de lo que hará en caso de salirse con la suya. Cinco: El elector debe considerar que, si un aspirante no tiene conocimientos y capacidad para desempeñar el cargo, no es garantía de (buenos) resultados. Seis: Si el aspirante al voto es alguien que incumple reglas electorales y les da la vuelta a las normas, hay que revisar si en efecto se quiere votar por él o ella, si compra votos a través de regalos y despensas, si usa las redes sociales solo como propaganda y no para rendir cuentas. Siete: Descartar a las y los candidatos que sólo aparecen cuando hay elecciones y el resto del tiempo no se involucran en cuestiones públicas. Hechas estas consideraciones por la organización “Morelos Rinde Cuentas”, su misma obviedad las hace recomendables y, aun cuando el comentario del columnista no obedece a la literalidad de las recomendaciones de la dicha agrupación, las puntos números cuatro y cinco resulta un retrato hablado del fuereño que ambiciona ser candidato a diputado federal pero no es del del distrito que dice representar, pues ni nació ni ha vivido ahí los últimos tres años, ahora mismo miente asumiéndose “local” con una constancia de residencia mentirosa y, buitre de paso, continúa sin conocer a las personas y las cosas de Morelos... (Me leen después).

Por José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 

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